22.

658 104 2
                                    

Lancé un puñetazo. Adam estaba sosteniendo la bolsa de boxeo para no se moviera mientras la golpeaba como si se me fuera la vida en ello.

Estábamos en su apartamento. Nos había invitado a mí, a Natalia y a Sunshine, luego de que pasaran por mí a la salida del colegio. No estaba preparada para desahogarme verbalmente, por eso no les había dicho nada. Entonces vi la bolsa de boxeo y le pedí a Adam un corto entrenamiento.

«¡Puñetazo, puñetazo, puñetazo!»

―Joder, Teddy, que potencia.

Le sonreí, pero seguí golpeando aquella bolsa de boxeo, imaginándome que era Carter, imaginando que le fracturaba cada hueso del cuerpo, que le hacía sentir por lo menos la mitad del dolor que él me hizo sentir a mí cuando salió de la sección de historia luego de follar con un miembro del cuerpo administrativo del instituto Collins.

¿Qué pasó con esas palabras que me dijo en el hospital?

¿Acaso él no sentía a las maripositas en su estómago cuando me tenía cerca? ¿Me había mentido al decirme que quería que fuera su novia? «¡Puñetazo, puñetazo, puñetazo, puñetazo...!»

―¡Basta, June! ―oí la voz de Natalia sacarme de mis pensamientos.

Suspiré. Mi respiración era errática, mi pulso estaba en las nubes y mi corazón... no sabía si estaba latiendo o llorando.

Vi a Natalia caminar hacia mí. Ella me miró a los ojos con una mirada inquisitiva y preocupada. Las lágrimas picaban. Las lágrimas querían salir.

¿Por qué dolía tanto que un chico con el que no hubo nada me hubiera olvidado en tan poco tiempo? Yo no lo olvidaría. Tres malditos besos y yo no lo olvidaría.

Me sentía a morir. Me sentía enferma. Adam se quedó mirándonos, y Natalia comprendió rápido que era mi corazón el que estaba hablando.

―¿Qué pasa? ―preguntó.

Negué con la cabeza y me crucé de brazos.

―Teddy, tienes algo, ¿qué pasa? ―inquirió seria.

―No me pasa nada.

―Eh, no quiero meterme ―murmuró Adam―, pero esa clase de potencia no la inspira un simple nada. Puedes confiar en nosotros, pequeña Teddy. ―Él me miró comprensivo.

Resoplé mientras caminaba hacia el sillón del gimnasio de Adam. Me quité los guantes de material rojo y los dejé en la pequeña mesa de centro. Me senté y apoyé los codos en mis rodillas para tapar mi cara con mis manos.

―Me enamoré de Carter ―hablé. Y no lo pensé.

Era lo que estaba pasando: me había enamorado de Carter. Supuse que estar enamorada equivalía a las maripositas, querer besarlo todo el tiempo, querer verlo, saber si está bien y sentir increíbles celos cuando le veía con otra chica. Y entonces lo supe. Me había enamorado de él y no había un maldito camino de retorno, yo sólo podía estrellarme y salir de la carrera. Y me estaba matando no saber lo que significaba. Una buena noticia era que mi corazón había encendido su identificador de sentimientos.

―Bien por ti ―me felicitó Natalia cruzada de brazos. Ella y Adam estaban parados frente a mí. Esto era como un interrogatorio del FBI―. ¿Por qué tanta rabia al respecto?

―Él... él... él hizo algo... ―traté de decirlo, pero era demasiado asqueroso para si quiera pensarlo.

―¿Besó a otra chica? ―preguntó Adam. Cerré mis ojos con fuerza.

―Algo así.

―No entiendo ―dijo Natalia.

―¿Qué hizo, Teddy? ¿Quieres que lo golpee? ―ofreció Adam.

―Me encantaría golpearlo yo misma, si no te importa ―mascullé yo.

―¿Qué es tan malo? ―inquirió de nuevo Natalia.

Me estaba quemando por dentro. Me sentía tan estúpida. Por primera vez en mi vida deseé ser de papel para estar completamente inhibida de sentir cosas. Cualquier cosa.

―Él... pues... sí besó a otra chica, lo vi. Creo que estaban teniendo uno rápido en la biblioteca. ―Mi mirada se clavó en mis manos.

―Oh... ―murmuró Adam.

―Es un idiota. No puedo creer que dejé que cargara a Sunshine ―expresó con furia la morena.

Tapé mis ojos con mis manos de nuevo.

―No, yo soy la idiota. Él sólo dijo mentiras y yo las creí. Además, yo lo había rechazado, no es como si me hubiese engañado o algo. ―Me encogí de hombros―. Pero me he enamorado de él... Bueno, sólo espero estar realmente equivocada. ―Suspiré y recargué mi espalda en el sillón, golpeando el cuero con un sonido seco.

Mis dientes acribillaron mi labio y desvié la mirada hacia un cuadro que tenía Adam en la pared de la habitación. Era una chica, una de sus fotografías. Ella estaba llorando, y en esa fotografía podía ver que era por un corazón roto. Lo sabía porque me había visto en el espejo luego de dejar la biblioteca y era exactamente el mismo destello de tristeza que reflejaban mis aburridos ojos cafés.

Adam y Natalia, como buenos amigos, rodearon la mesa y me dedicaron un tierno abrazo grupal, el cual me hacía mucha falta.

Librarme del sentimiento no iba a ser fácil. Es como un maldito chicle en tu zapato, de los pegajosos que van a recordarte por siempre que pisaste por error en el lugar equivocado. No pude evita pensar que, si tan sólo no me hubiera reído de él en clase de historia esto simplemente no estuviera pasando, y él y yo jamás nos hubiéramos cruzado de la manera en que lo hicimos. Y yo no habría salido, de alguna manera, lastimada. Todo era mi maldita culpa. Hasta el hecho de que unas horas antes Brice Sommers me había pedido mi número, era irrelevante en comparación con la decepción que había causado Carter en mí. Ni eso podría alegrarme. Tal vez el chocolate consiguiera algo... algo más que hacerme engordar.

TEDDY (vol. I, II y II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora