37.

663 116 3
                                    

Metí el peine en mi cabello, tratando de desenredarlo una vez más. Por accidente había usado el champú anti-caspa de papá uno, que no está de más decir que me cae de un mal que para qué les cuento. Ni siquiera me entra el peine, parece un erizo de mar. No sé cómo pude confundirlo, tal vez estaba pensando en lo buena que era mi vida hasta ahora, y el universo conspiró contra mí para equilibrar un poco las cosas.

Ya decía yo que era mucha buena vibra.

Me arranqué un montón de cabello cuando jalé el peine. Gruñí adolorida, llevándome una mano a la cabeza para acariciar esa parte de mi pobre y maltratado cuero cabelludo que había salido terriblemente lastimado... una vez más. Parecía que me había lavado el cabello con detergente.

―Perfecto ―bufé, tirando el peine en la mesa del tocador.

Aún estaba en mi albornoz rosado.

Mi celular comenzó a vibrar junto al peine que recién había tirado. La foto de Nat apareció. Deslicé mi dedo sobre la zona verde y luego presioné el botón del altavoz.

―Hola ―canturreó Natalia alegremente.

―Hola ―musité con desdén, tratando de alisar mi cabello con los dedos.

―Oh, Dios, no me agrada eso, ¿qué pasó? ―interrogó, oyéndose preocupada.

Me reí un poco.

―Pues todo está bien respecto a lo de anoche. Papá aceptó a Carter. ―Por un momento me había olvidado de aquello. Todo lo demás sólo eran pequeñas estupideces comparadas con el hecho de que Carter era mi novio y cuando lo viera hoy le iba a dar un beso de muerte frente a todo el instituto e íbamos a encabezar la lista de chismes calientes entre el alumnado e, incluso, entre los profesores―. ¡Somos una pareja oficial! ―agregué con emoción.

―¡Enhorabuena! ―gritó Natalia―. Ahora, explícame tu tono de desgano. ¿No estás feliz?

―Lo estoy, es sólo que esta mañana he intentado darme un baño decente, y me he puesto a pensar mucho, y me he equivocado de champú ―expliqué, aun tratando de desenredar mi cabello. Mi cabeza comenzaba a punzar por los jalones. Estaba comenzando a secarse y así sería peor―. Que me he echado el de papá, me cae terrible y cuando se seque voy a parecer una de las brujas de Eastwick.

―Eso se oye mal.

―Y se ve mal, te lo aseguro.

―Bien, iré para allá. Lo arreglaremos. Todavía nos falta media hora para entrar al instituto. Adam dejará a Sunny con su madre y le diré que pase por nosotras, ¿qué te parece? ―Mucha información para procesar... «Espera, ¿qué?»

―¿Vas a volver al instituto? ―pregunté sorprendida.

―¡Pero por supuesto! No voy a dejarles el gusto de que piensen que soy una cobarde. Sí, cometí un error. Sí, tengo un bebé y unas estrías terribles. Pero precisamente por Sunshine debo pensar en mi futuro, ustedes no pueden mantenerme para siempre.

Sus palabras me hicieron reflexionar al respecto. Muchas adolescentes se embarazan por error, pero pocas toman las decisiones correctas. Natalia estaba siendo muy valiente al respecto, tenía que aprender a serlo porque ahora no era sólo ella, también había una pequeña por la que debía ver. Esto era realmente admirable de su parte y yo la apoyaría en cualquier decisión que tomara.

―Bueno, tienes razón. ¿Estás segura? Van a atacarte como pirañas ―le recordé.

―Que me ataquen lo que quieran, ya di a luz y te aseguro que no hay nada más doloroso que eso.

―Vale, estoy muy orgullosa de ti. ―Sonreí como si ella pudiera verme―. ¿Cómo te fue con Adam anoche?

―Logré varios besos, si eso es lo que te preguntas ―dijo en aquel tono pícaro que yo usaría y lograría entender rápidamente.

TEDDY (vol. I, II y II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora