34.

638 119 1
                                    

Estaba nerviosa, estaba tan jodidamente nerviosa que podía sentir cómo mis manos temblaban. Pronto se haría una zanja en el piso de mi habitación debido a que yo paseaba de aquí a allá sin poder detenerme. Mamá había estado apoyándome en esto, estaba sentada en mi cama viéndome pasear de un lado a otro.

―No serás hija biológica de Ian, pero definitivamente él te ha estado criando ―mencionó cruzada de brazos. Llevaba un lindo vestido negro, algo sencillo. Era una lesbiana con clase, a la moda. A veces me preguntaba si gustaba de ella misma.

―Lo siento. ―Respiré profundo―. ¿Por qué tiene que ser tan difícil esto? ―pregunté, abriendo mis brazos en forma interrogativa hacia el cielo.

Oí a mamá soltar un suspiro para luego levantarse de mi cama y caminar hacia mí.

―Mi niña, ¿puedo saber por qué estás tan nerviosa?

Buena pregunta. ¿Por qué lo estaba de todas maneras? Sería una cena rápida. Nuestros padres hablarían. ¿Qué era tan malo en todo esto? Por supuesto, también cabía la pequeñísima posibilidad de que yo no le agradara a la mamá de Carter, que papá dos no terminara de limar asperezas con Carter, que a papá uno se le diera por cocinar estofado de cordero y a mamá por enseñar mis fotos de bebé. No, Dios, esto iba a ser un desastre.

―Yo... ¿Papá tiene más Valium? ―pregunté.

Mamá se echó a reír como si fuera un chiste. Seguro le había parecido un chiste, pero yo no estaba de broma.

―¿Nat no viene? ―pregunté, esperando que cuando la nombrase apareciese por la puerta con su sonrisa de vengo a salvarte.

―Dijo que le parecía un asunto familiar. Se ha ido con Adam a cenar y se han llevado a Sunny, por supuesto.

Suspiré tratando de sentirme serena y calmada. Me miré una vez más en el espejo de cuerpo entero. Yo no usaba vestidos, no por no ser femenina, sino porque me hacían ver como una chica de iglesia. No lo sé, me parecían algo innecesarios. El que llevaba era color azul marino, con una cremallera que iba desde el valle de los senos hasta la mitad de la falda. Me había rehusado a usar tacones, por lo que llevaba unas zapatillas negras. Definitivamente no parecía yo con mi cabello atado en una coleta alta y dos mechones cayendo de cada lado de mi cara. Pero supongo que cuando estamos frente a nuestros padres, los adolescentes no somos realmente nosotros. Y me moría de ganas por ver a Carter.

19:30 PM: Casa de los Dunphy-Darrell's Home. Hora del

show.

―¿Esto tiene que ser tan formal? ―pregunté mientras vi a papá dos arreglarse las solapas del saco, mientras mamá se colocaba más rímel y papá uno se peinaba en el espejo del living.

―Sí ―dicen todos al unísono.

―Vamos, que somos homosexuales, debemos seguir el protocolo ―contestó papá uno.

Rodé los ojos. No estereotipan cuando mencionan que los gays son melindrosos.

―¿Le has dicho que lo somos? ―inquirió con una mirada expectante a través del espejo hacia mí, que me encontraba recargada en un mueble de madera donde está el teléfono.

―Se lo he dicho a Carter, creo que su madre debería saberlo ya. ―Me encogí de hombros.

―Parece que ese chico lo tomó muy bien ―agregó mamá―. ¿No te parece, Ian? ―Apreciaba realmente que estuviera tratando de persuadir a papá dos, sacando a la luz todos los puntos buenos de Carter, pero no estaba dando tanto resultado.

TEDDY (vol. I, II y II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora