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Estaba como en posición de ataque. Cuando la luz llegó a sus ojos finalmente, un destello de confusión bailaba en su cara. Sacudió su cabeza bajándola. Yo esperaba a que me dejara ir mientras mi corazón estaba teniendo un ataque. Cuando subió su cabeza, su sonrisa encantadora estaba allí. Frotó su ojo izquierdo con su mano libre y se relamió los labios.

―Buenos días, muñequita, ¿estás teniendo un lindo sábado?

―preguntó con su voz pesada y profunda.

―No tan lindo como el tuyo.

Vacilé un poco antes de bajar mi mirada hasta su entrepierna. Él se dio cuenta de ese hecho, pero poco le importó porque sólo soltó una risa.

―Sí, estoy teniendo un buen sábado ―admitió―. Y ahora que tú estás aquí es mucho mejor ―agregó, tirando de mi brazo para quedar frente a frente.

Las ganas de atacar sus labios me invadieron de nuevo. Tragué el nudo que se hacía en mi garganta antes de que fuera a ahogarme. Había un montón de mariposas pululando en mi visión y el aire se había vuelto más denso.

―Me has interrumpido en un buen sueño, muñequita.

Apreté mis labios sin saber que responder. Mi cerebro se estaba negando a mantener esta conversación, pero no quería que acabara rápido.

―Vi tu llamada, me despertó ―añadió en vista de que yo estaba como poseída―. Por suerte, porque tenía que preparar los uniformes de los saltamontes y ya estaba tarde ―se refirió a sus hermanas.

―¿Lo haces por ellas? Eso es lindo. ―Sonreí.

―Tú eres linda. ―Esa vieja frase se oía tan bien cuando se trataba de él.

―¿Qué querías mostrarme, Carter? ―pregunté, arriesgándome a todo.

―¿Qué? ―inquirió, frunciendo el ceño.

―Hablas en sueños ―susurré―. Has dicho que querías mostrarme algo, ¿qué es? ―No sabía en qué terreno oscuro me estaba adentrando. «¿Qué está pasando? Pequeña diablilla June, ¡abandona mi cuerpo! ¡Ahora!»

―¿He dicho tu nombre? ―preguntó suavemente.

―Varias veces.

De pronto la temperatura había subido en la habitación aún más. Empecé a sudar, y parecía que en cualquier momento explotaría. Mis hormonas estaban de fiesta.

Y una buena fiesta.

―Mmm, interesante. ―Apartó su mirada pensativo.

Sin previo aviso tiró más de mi brazo hacia abajo y me hizo caer sobre su cuerpo. Solté un gemido ahogado. Con un movimiento rápido me dejó debajo de él. Mis manos tocaron su pecho desnudo, y mis ojos se clavaron en los suyos. No sabía qué estaba pensando él, pero honestamente tampoco podía oír mis propios pensamientos. Mi pierna derecha quedó entre las suyas. La cama era muy angosta, pero él hizo que ese espacio valiera la pena. Estábamos más juntos. El revoloteo en mi estómago se hacía más fuerte. Era como una explosión dentro de mi vientre. Me estaba volviendo loca. Y no sabía si era bueno o malo que su entrepierna chocara con mi muslo.

―Muñequita... ―Acarició mi mejilla con sus nudillos―. Hay tanto que quiero enseñarte ―susurró. Su aliento chocó con mi cara. Olía a menta, así que supuse que hace poco había cepillado sus dientes.

―¿Cómo qué?

―No puedo decírtelo. ―Soltó una risa ronca.

―¿Tiene algo que ver con lo que hay en tus pantalones?

TEDDY (vol. I, II y II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora