27.

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Y ahí estábamos él y yo, parados frente al bar de matones más famoso de todo Londres. Yo había escuchado historias, y entre ellas, que los angelitos no sobrevivían aquí.

Bueno, yo no era un angelito. Ya no más.

Cuando le dije a Carter que quería venir aquí se negó rotundamente, pero me las apañé para jugar mi carta preferida: el ego feminista herido. Dije algunas groserías, lo acusé de machista empedernido, lo golpeé en el pecho, tiré algunos papeles y apreté mis mejillas cuando él no me veía para hacer más convincente mi mentira. Accedió luego de comer una galletita. «Nota mental: Casarme con Carter para conseguir esa receta de galletas orgásmicamente mágicas.»

―¿Segura de esto? ―preguntó él.

La noche era fría. Habíamos pasado mucho tiempo discutiendo sobre de venir o no y se nos fue la tarde, así que había llamado a Nat, que estaba en casa de Adam, para que le dijera a mamá que estaba con ellos y ella le dijera a papá uno y dos que yo es estaba con ella. Algo enredado, pero me funcionaría por ahora.

Junté mis manos, chocando la tela de las mangas de mi suéter que las cubría y sonreí mirando el gran cartel de neón azul que decía BAR PRESTON.

―Muy segura ―repliqué emocionada.

Carter echó un vistazo al frente de nuevo y negó con la cabeza.

―Muy bien.

Volteé a verlo. Él se quitaba su chaqueta negra de cuero.

―¿Para qué te la quitas?

Sonrió y la extendió para ponerla sobre mis hombros.

―Bueno, tal vez no esperes esto de un bar de matones...

―Hizo que metiera mis manos en cada manga. Estaba tibio allá dentro. Me sentí protegida, aunque me quedaba inmensa―. Pero hay matones, muñequita.

Yo reí torpemente.

―Me lo imaginé. ―Levanté una ceja.

―Y... bueno, no quiero que piensen que te he llevado para subastarte. ―Se encogió de hombros y metió sus manos en los bolsillos de sus jeans―. Quiero que se dé por entendido que eres mía, aunque no sea así... por ahora. ―Sonrió pícaramente.

―Me parece una buena idea. ¿Cómo me veo? ―pregunté, abriendo mis brazos de forma interrogativa. La chaqueta casi se salía por sí misma, pero me las arreglaba para mantenerla encajada en mí.

―Te ves perfecta. ―Las comisuras de sus labios se elevaron, acentuando una hermosa sonrisa.

No supe qué decir a eso, entonces él extendió su mano hacia adelante, ofreciéndomela. La tomé y entrelacé sus dedos con los míos. Él miró nuestra unión por unos segundos, manteniendo su sonrisa, luego levantó su mirada y se acercó.

―No te alejes de mí, no mires a nadie a los ojos, y trata de no llamar la atención ni causar problemas, ¿de acuerdo?

―De acuerdo. He tenido algo de práctica en el instituto, ¿no crees?

Se rio estrepitosamente.

―Joder, pequeña, eso es cierto. Reí.

Él no soltó mi mano ni un momento mientras caminábamos hacia allá. Cuando entramos por la puerta yo pude percibir el olor a cigarrillos, alcohol y perfume de prostituta barata. Era algo asqueroso, pero aun así quería entrar allí.

Carter tiró de mi mano y me acercó a su cuerpo. Pasó su brazo sobre mis hombros para asegurarse de que no quisiera escapar.

Estaba actuando como un perro celoso, para que no le quitaran su pedazo de carne. Y eso era un poco frustrante, porque sabía que lo hacía para protegerme, pero creo que sólo se aprovechaba de la situación.

TEDDY (vol. I, II y II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora