iii. ¡SHUT UP!

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La noche había llegado, todos estaban insultando a Caspian, Nailea solo estaba sentada en una roca sin saber que hacer, mirando al chico con pena.

— ¡lo que ese cuerno prueba es que nos han quitado una cosa más! — gritó el enano.

— yo no les quite nada — contestó Caspian entre dientes.

— ¿no nos quitaste nada? ¿quieres una lista de lo que los telmarinos nos quitaron?.

— ¿quieren hacerme responsable por los crímenes de mi pueblo?.

— responsable y también castigable — le dijo el mismo enano acercándose.

— ¡ja! es un descaro viniendo de ti, enano, o ya olvidaste que fue tu pueblo el que peleo al lado de la bruja blanca — atacó Reepicheep.

— y con gusto lo haría de nuevo — espetó este — si eso nos ayuda a desacérenos de estos barbaros.

— es una suerte que no este en tu poder llamarla de vuelta, ¿o acaso sugieres decirle al
muchacho que luche en contra de Aslan? — habló el tejón.

Todos comenzaron a gritar nuevamente, Nailea no aguanto más y se levanto.

— ¡CALLENSE! — gritó, todos instantáneamente se callaron — ¡¿podrían escucharlo de una maldita vez?!.

— gracias — agradeció el muchacho — yo los voy a ayudar, más allá de estas tierras, soy un príncipe, el trono de los telmarinos es mío por derecho, recuperémoslo, y la paz prevalecerá entre nosotros.

— tiene razón — dijo un centauro — este es el momento, yo vigiló los cielos, esa es mi misión, así como la del tejón es la de no olvidar. Talva, el señor de la victoria, y Alambil, la señora de la paz, una vez más se reúnen en el cielo, y en la tierra, se ha vuelto a alzar un hijo de Adán, para devolvernos nuestra libertad.

— lo amo — susurró la chica, que estaba parada junto a Caspian.

— ¿y es posible? — habló una ardilla — ¿crees que tengamos paz? ¿de verdad, de verdad lo crees?.

— hace dos días, no creía posible que existieran criaturas parlantes, o enanos, o centauros, y aquí están, el mayor número que los telmarinos habríamos imaginado, no se si este cuerno sea mágico o no, sin embargo nos reunió, y juntos, se qué vamos a recuperar lo que es nuestro.

— si tu nos guías junto a la reina Nailea, entonces mis hijos y yo — el centauro sacó su espada — les ofrecemos nuestras espadas.

— nosotros les ofrecemos nuestra vida — habló Reepicheep haciendo una reverencia — sin reservas.

— las tropas de Miraz ya no deben estar muy lejos, señor.

— si queremos enfrentarlos, es necesario encontrar soldados y armamento — ordenó Caspian — ya pronto nos van a alcanzar...

— sigo sin saber que esta pasando — Nailea rompió la tensión, haciendo que todos la miraran — ¿alguien puede explicarme?.

— ven — dijo Caspian tomándola de la espalda y llevándola hacia un lado para explicarle todo.

. . .

Nailea escuchó como dos espadas chocaban, tallo sus ojos sin entender nada, se levanto del suelo y empezó a seguir los ruidos.

— ¡NO PELEEN! — oyó la voz de una niña, rápidamente corrió a donde provenían los gritos, y cuando vio lo que vio, no lo podía creer.

butterflies, edmund pevensie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora