iv. Edmund

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Comenzaron el trayecto a la casa del castor parlante, apodado por Nailea, el lugar donde vivían era como una casita creada de palos y madera.

— ¡ah, perfecto! mi esposa está preparando té, nos vendría bien algo caliente — habló el animal.

— que linda presa — opinó Lucy.

— no es mucho en realidad, me faltan detalles, no la he terminado, será un buen negocio cuando este lista.

— ¡Castor! ¿eres tú? — escucharon la voz de una señora dentro de la presa — ¡estaba angustiada! si descubro que estuviste con tu amigo el tejón...¡oh!.

Los cinco chicos junto al castor llegaron a la pequeña casa del animal, la señora castor se los quedó mirando muy emocionada.

— no es lo que pensé — tapo su boca — ¡oh! jamás creí que viviría para ver este día — sonrió caminando hacia ellos. ¡Mira mi pelo! no me diste ni diez minutos para arreglarme.

— nunca hubieras estado lista aun que tuvieras un mes — Nailea soltó una leve risa que ahogo con la manga del abrigo. Al igual que tres de los hermanos, ya adivinarán quien no rió.

— ¡por favor, pasen! necesitan algo de comer, y ademas eh...compañía, si —

El castor se rió apuntando a su mujer, para luego decir:

— despacio, pisen con cuidado — dijo indicando como entrar.

Entraron en orden, primero Susan, luego Peter, siguió Lucy, Nailea y por último Edmund, que se quedó mirando las colinas.

— ¿estas disfrutando la vista? — preguntó el Castor, el chico solo lo ignoro y se adentro en el hogar.

— ¿podemos hacer algo para ayudar el Señor Tumnus? — preguntaba Peter, al lado de el estaba Lucy, Nailea y Susan ayudaban a colocar las tazas y comida.

— debe estar en el castillo de la bruja, ya saben lo que dicen, solo algunos han cruzado sus puertas y vuelto a salir.

— ¡algo de comer! — dijo la señora castor entregando platos.

Nailea noto que Edmund estaba distraído, así que trato de dejar a un lado su timidez y acercarse.

— ¿estás bien? — dijo acercándose un poco, el niño la miro y suspiró con pesadez.

— si, ya déjame, Nailea — volvió a mirar el punto fijo que antes veía.

— ...¡pero, hay esperanza, querida! — escuchó que decía la señora castor a Lucy — ¿hay esperanza, verdad? — dijo esta vez a su esposo, quien escupió la bebida dentro de la taza.

— ¡oh si! hay algo más que esperanza — se inclinó un poco — Aslan...esta en camino.

— ¿quien es Aslan? — preguntó Edmund levantándose de donde estaba sentado y parándose a un lado de la pelirroja.

El castor comenzó a reír sin parar.

— ¿quien es Aslan? — se burló riéndose — ¡ay! que simpático eres — rió mas fuerte, su esposa le dio un golpecito para que mirara a los humanos, que estaban viéndolos con confusión — ¿que?...¿en serio no lo conocen?.

— bueno...acabamos de llegar — contestó Williams, Peter asintió dandole la razón a su amiga.

— pues solo es el Rey de todo el bosque — respondió a la niña — el gran jefe, ¡el verdadero Rey de Narnia!.

Edmund frunció las cejas y camino de nuevo a su lugar.

— estuvo ausente muchos años.

— ¡pero ha vuelto! ¡y los esta esperando en la mesa de piedra!.

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