ii. Eustupid

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Ya habían pasado meses de que estaban donde Tia Alberta, esta recibió bien a Nailea, le dejo una habitación junto a Lucy y a Edmund lo dejo dormir con Eustace, o apodado por Nailea "Eustupido".

Había que admitir que el chico a veces era un insoportable, a veces siempre, pero con algunos crucigramas y libros se arreglaba todo.

Esta tarde los habían mandado a los tres a hacer compras, Lucy y Nailea fueron directamente al supermercado, Edmund fue a, por quincuagésima vez, que le permitieran entrar en el ejército y pelear en la guerra.

Ese tema era serio, a la novia del muchacho no le gustaba para nada que el se enfrentara a tal cosa, trato de pararlo, una y muchas veces, pero el no parecía entender la gravedad de la situación, le entraba por un oído y le salía por el otro.

Habían peleado, si, muchas, muuuchaas veces, pero al final uno de los dos actuaba como un niño sin su mantita e iba a pedir perdón noventa y cinco veces hasta que el otro lo perdonara y así poder pasar el día abrazados.

¿Estaban peleados en ese momento? no, pero casi, ninguno gritaba cuando peleaban, solamente se podían llegar a "hablar mal" si es que así se le podría decir.

Lucy buscaba a Edmund por todas partes, hasta que giro a ver a la chica mayor y le preguntó:

— ¿vas tu o yo?.

— ve tu, yo llevo la bicicleta — suspiro con pesadez, tomó la bicicleta negra y camino con Lucy hasta la salida del local.

La castaña niña avanzó rápidamente al lugar donde Edmund se encontraba, mientras que la pelirroja aparcaba la bicicleta mientras acomodaba su larga cabellera roja.

— ¿niño? el apenas era dos años mayor — oyó decir a este — soy un rey, he peleado en guerras, y dirigido tropas.

Ambos hermanos llegaron a la bicicleta, Edmund dejo la caja que Lucy le había pasado en la parte trasera de esta, se giro a ver a su novia, quien desvió la mirada.

— no en este mundo — le dijo la castaña.

— si, aquí en cambio tengo que combatir a Eustace Clarence Scrubb... — continuó hablando, siendo ignorado por las dos.

Lucy miró a un costado, donde una pareja de un chico y una chica estaba, ella pasaba un mechón del cabello rubio que tenia por detrás de su oreja.

Lucy imitó el acto, dejando a Edmund sin entender que hacia.

— ¿que estas haciendo? — frunció el entrecejo.

— oh por dios... — sonrió la adolescente, ambos giraron a verla. Nailea le regalo un guiño de ojo a la menor, que se sonrojo y cambió su mirada.

— nada, vámonos ya — tomo la bicicleta empezando a andar, dejando atrás a la pareja.

— Nai... — la miro.

— ¿si?.

— no puedes enojarte por algo que hago para el bien de todos.

— ¿bien de todos? — rió sarcástica — bien tuyo nada más, ¿que haría yo sin ti? imagínate si algo te pasa, Edmund.

— nada va a pasarme — sonrió con tranquilidad extendiendo sus brazos — ahora abrázame.

— lo lamento, pero no — hablo decepcionada de su novio, comenzando a caminar atrás de la menor.

— mierda... — murmuró el azabache bajando sus brazos y suspirando, siguiendo a su novia.

Al llegar a la casa, Lucy soltó un grito:

butterflies, edmund pevensie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora