i. Alberta

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Helen recibió a Nailea con los brazos abiertos en su casa, incluso sabiendo que era la novia de su hijo, aún más la quería, la trataba como si fuera una hija más.

La pelirroja dormía en la habitación de Susan, aun que Edmund haya insistido horas en que le dejara dormir con ella, la mujer se negó, Peter se burló de eso por días.

Ella empezó la escuela, hizo amigos fácilmente, tanto chicos de la escuela de Edmund y Peter como chicas de la suya, la gente decía que era muy amigable y graciosa.

Y, por si querían saber, claramente hubo alguna escena de celos de parte de ambos, pero fue leve,porque siempre ellos mismos terminaban aclarando que tenían pareja, ejemplo:

Una vez un chico en la estación estaba tratando de coquetear con Nailea, quien ni siquiera lo estaba mirando, solo se dedicaba a mirar como una completa estúpida a su novio, que venía con una cara no muy linda a donde ellos.

— hola, amor — sonrió ella yendo a abrazarlo, el azabache correspondió al instante luego se inclino un poco para besarlo, la cara del chico se tranquilizó y sonrió sobre sus labios.

El chico castaño que le coqueteaba a Nai, quedo parado sin decir nada, pues el conocía muy bien a Edmund y sabía que si te metías con el, te metías con Nailea, Susan y Lucy (ya que Peter no estaba) y viceversa, eso no era bueno.

— ¿se te perdió algo, chico? — preguntó con una ceja alzada Edmund, abrazándola a ella de manera protectora.

— eh...no, hasta pronto, Williams — saludó rápidamente antes de salir corriendo.

La pareja comenzó a reír, era muy divertido hacer eso, apenas se acercaban y las chicas o chicos que los estaban molestando se iban rápidamente.

— ¿cómo te fue en tu examen? — cuestiono el chico mientras sujetaba su cintura.

— yo creo que bien, igual el profesor me quiere — presumió.

— si, me di cuenta — rió, el profesor Ben, de español, adoraba a Nailea, siempre le regalaba nota por ser la mejor de la clase.

— ¿y a ti? Pet me dijo antes de irse que hoy tenías una evaluación de no se que — acarició su cabello.

— si, estudie mucho, si no me va bien creo que dejare que el tren me pise — bromeó, ambos volvieron a reír, para luego escuchar la voz de Lucy.

— debemos irnos, chicos — sonrió, la pequeña Lucy había crecido, ya no era tan bajita, ahora era más alta y se notaba mucho el cambio.

— de acuerdo, señorita — la pelirroja recibió un empujón por parte de la menor y rió.

— ya, vamos — habló el mayor tomando la mano de su novia, quien iba con su brazo entrelazado con el de Lucy.

El camino fue tranquilo, Lucy raramente no se quejaba de que su hermano le robara pequeños besos a su cuñada, ella siempre era la que decía "que asco", "aléjense de mi", pero esta vez no dijo nada, solo permaneció mirando un punto fijo y de reojo a la pareja.

Al llegar a la casa, Helen no estaba, Peter y Susan tampoco, Peter porque se había ido con el profesor y Susan no tenían ni idea de donde estaba, seguro junto a su madre.

— ¿mamá? ¿Susan? — preguntaba Lucy caminando por la casa, vio una nota en la mesita y comenzó a leer — «queridos niños: Susan y yo salimos a hacer las compras, cuando lleguemos tenemos que hablar, los cuatro, si, Nai, necesitamos hablar contigo también, ya llegamos».

— ¿conmigo? — dijo mientras dejaba su bolso en el sofá junto al de los hermanos.

— es lo que dice ahí — señaló Lucy — bien, voy a mi habitación.

butterflies, edmund pevensie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora