Capítulo 15 Parte "A"

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Desde niña ese había sido su sueño: convertirse en una de las actrices favoritas del público que gustaba del teatro. Entonces, teniendo a favor: belleza, talento y los cambios que el siglo seguía presentando, además de inmensas proposiciones, no fueron impedimento para alcanzar su reto.

No obstante, los libertinajes y las frivolidades que dentro del mundo del espectáculo se vivía y no se desconocían para la mayoría, hicieron que, al querer ser parte de la farándula, Eleanor Baker pusiera sobre balanza muchas cosas, entre ellas: el hacer una vida en familia; idea, que no le incomodaba del todo, y mucho menos cuando conoció, en una representación especial en Londres, al guapo Richard, el cual, en aquel ayer, con su juventud y opiniones liberales muy similares, fue fácil para ellos dos, ilusionarse libremente y aventurarse, sin importarles nada, a formar juntos un mañana, que trajo consigo... a Terry, quien con su llegada, el panorama comenzó a cambiarles poco a poco, ya que, a Eleanor, con su maternidad, la belleza le había resaltado; y con ella, su presencia y actuación en escenarios le estaba abriendo más de una puerta; asimismo, al perecer su padre, sobre los hombros de Richard cayó pesadamente: un ilustrísimo título y nombre que debía preceder.

Egoístas, los padres buscando sus confines personales, después de haber brindado a su hijo seis años de gran felicidad, le condenaron a vivir: menospreciado y abandonado en colegios donde se le miraba melancólico, taciturno, y se comportaba rebeldemente; situación que en complicidad y a la vez por separado, comenzaron a remendar: Richard y Eleanor, quienes, en momentos muy especiales habían conocido a la chiquilla de pecas, y no estaban ignorantes de los afectos de su hijo para con Candy; por ello...

La sala de su excéntrica mansión era ocupada por dos personajes que a la mucama habían entregado una nota dirigida a la actriz.

Ésta debido a funciones de trabajo, había llegado de madrugada y todavía se le veía en su cama, recibiendo de su empleada la charola de alimentos y con ella la misiva enviada, la cual a sus dueños se devolvió con una rotunda negativa; contestación que puso furiosa a la joven rubia, y al muchacho elegante lo hizo sentir desilusionado y a la vez esperanzado.

Pero mientras aquellos dos salían de su casa, Eleanor, desde la ventana de su habitación se dispuso a mirarlos en su retirada, explicando para sí los simples motivos que la orillaron a denegar la invitación: primero, porque la diva no estaba debidamente presentable para atenderlos en esa mañana; segundo, porque el nombre de Archivald Cornwell no le parecía familiar; y el tercero y que pesaba más: era la presencia de Susana Marlowe y su bien enterado interés, hacia su hijo Terry, el cual, aunque principiante, en las reuniones que la actriz atendía, sus invitados que no eran más que importantes empresarios, lo colocaban frente a ella, como un posible rival de escenarios; adulo, que a la mujer le llenaba de orgullo, y más cuando los pintaban juntos en un enorme espectacular del más excelso teatro de la ciudad: sueño que por el momento tenía que esperar, debido al tiempo sabático que Terry se había tomado; ya que para él, primero estaba la salud de Candy, y después... su amor por el trabajo.

Además, de que su éxito lo tenía que conseguir solo, porque si el joven actor se enteraba que ella, Eleanor Baker, estaba detrás, ¡ni imaginarnos de lo que el rebelde sería capaz! porque una cosa era, haber hecho la paz con ella; otra que se enterara que su madre había reclamado su custodia; pero muy diferente, el colgarse de su nombre para salir adelante.

Por ende, mientras Eleanor negaba con la cabeza y sonreía del chasco llevado, en su carruaje, la rechazada pareja, en lo que una pataleaba berrinchudamente, el otro maquinaba cómo escaparse de su acompañante que lo interrumpía al decirle:

— ¡En la noche nos presentamos en el teatro donde trabaja!

— Pero, Susana...

— ¡Allá no podrá negarse a recibirnos, porque gracias a que conozco compañeros de su reparto, con esa excusa nos colaremos por los camerinos y...

MELODÍA OLVIDADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora