Archienemigo de las despedidas, Terry acompañado de su madre y de la negra noche, se disponían a emprender su retorno a Nueva York.
Desde el oscuro interior de la casa hogar y tras la ventana, Candy los vio montarse en la carreta que les aguardaba. Ya iniciada su marcha, la pecosa se devolvió a la cama; y conforme se cobijaba, deseaba:
— Buen viaje, Terry.
Éste, por su parte y sin haber mirado hacia atrás, enfocó su vista hacia el frente sintiendo la mirada de su madre que lo aconsejaba:
— Todo saldrá bien.
Sin la menor intención de ser grotesco, el actor giró su guapo rostro hacia su bella progenitora, y sonriéndole animadamente diría:
— ¡Seguro que sí!
Consiguientemente, él tomó la cálida mano que se colocara en su brazo y la besó, perdiéndose poco a poco sus humanidades y el transporte por la solitaria vereda que era alumbrada por la luna blanca.
. . .
Día y medio después, a su temprano arribo a la gran manzana, el Duque de Granchester, habiendo sido anunciado de su llegada, ya les aguardaba impacientemente sobre las plataformas ferroviarias.
Después de saludos y ofrecérsele alojamiento, Terry diría:
— Si no les molesta a ninguno de los dos, preferiría irme a mi departamento.
— ¡Por supuesto que no! — respondió Richard; y Eleanor...
— ¿Pero qué tal si desayunamos juntos antes de que te vayas?
— Lo siento, pero no quiero perder más el tiempo y el teatro me espera.
Debido a los rostros apachurrados de sus padres, el hijo les alentaría:
— Pero tal vez podamos vernos más tarde, quizá... ¿para la hora de la cena?
— ¡Por mí, excelente! — contestó el duque; y la actriz propondría:
— ¿En mi casa?
— No — se escuchó, sugiriendo el noble: — Vayamos al mejor restaurante de la ciudad.
— Donde ustedes quieran —, Terry sonrió; y en lo que tomaba su valija, solicitaba: — Sólo háganme llegar su elección —. Y se despediría: — Nos vemos después —, dejando atrás a sus padres que, felices, se ponían de acuerdo.
. . .
Con maleta en mano, el actor, seguido de solicitar y abordar un transporte, al recinto artístico llegó, sorprendiéndole que al toparse en el pasillo con Susana, ésta, una despectiva mirada le dedicó; e ignorándole por completo, su andar prosiguió.
Karen que detrás de aquella venía, aprovechó el desaire presenciado para acercársele y preguntarle:
— ¿Cómo has estado, Terry?
— Bien. ¿Dónde puedo encontrar al señor Hathaway?
Apuntando un lugar, la castaña proporcionaría:
— Afinando los últimos detalles para el examen. ¿Participarás?
— Espero que sí.
El actor, adonde le habían señalado, sus pasos comenzó a dirigir alcanzando a oír:
— ¡Te deseo suerte!
— Sí, gracias — sin girarse dijo Terry, el cual a una puerta se estaba acercando; y antes de anunciarse, se abrió, apareciendo entre su umbral: — Señor Hathaway...
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MELODÍA OLVIDADA
FanficCandy, al sentirse abandonada, primero por Albert y después por Terry, decide dejar el colegio e ir en busca de su propio destino, en el que se encontrará con personas buenas, pero también malas. * * * * * * * * Historia primera vez escrita a partir...