Capítulo 7 Parte "A"

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La mañana de ese día estaba cubierta de una gruesa capa de húmeda neblina que se formaba en el lago y se propagaba aún más allá de un lindo hogar, donde una mujer, arrojando alimento a los pocos animales que se poseía, forzó la mirada para reconocer en la distancia el vehículo que se estacionaba justo en dirección a ella, la cual alcanzó a divisar la silueta de un hombre dejando su transporte, para dirigirse a la portezuela trasera, abrirla y ayudar a descender a su pasajero, bueno, después de haber enfocado bien la vista, se corrigió que era ¡una pasajera! y que siendo acompañada por otro humano, se encaminaron hacia la Señorita Pony, quien en cuestión de momentos, su corazón comenzó a brincar de alegría al pensar que se trataba de la que más había estado añorando.

Pero por las formas, las ropas y los largos cabellos ensortijados, el ser de la noble mujer interiormente se entristeció; más, exteriormente ofreció un gesto amable a aquellos quienes llevaban consigo nada de regalos, pero sí muchas malas intenciones.

Y es que, consiguientemente de haber puesto atención a la conversación sostenida en el jardín entre Annie y Paty, los crueles Hermanos Legan se pusieron de acuerdo para ir y fastidiar a las pobres religiosas.

Éstas, no conociendo verdaderamente la perversidad de aquellos engendros, la probarían esa mañana, y que al verlos de cerca, la Señorita Pony decoró en su rostro una sonrisa para gentilmente desearles:

— Buenos días.

Sonriendo y actuando hipócritamente, los recién llegados contestaron al amable saludo; y como no había tiempo para perderse, llevaron a cabo su cometido exactamente en el momento de preguntar:

— ¿Está Candy en casa?

No se dio pausar a contestar, porque Neil rápidamente comentaría:

— Se nos avisó que estaba indispuesta y que había decidido venirse para acá.

— Sí — contestaba Eliza: — tal vez se trate de un resfriado, ¿no es así?

Se miró a la pobre mujer, la cual no entendía cuando se exclamaba:

— ¡Pobre, Candy! Con las enormes ganas que debió haber tenido por estrenar ese lindo vestido que fue confeccionado en París.

— Y no sólo eso —, otra vez Neil quien chasqueó los dedos para continuar diciendo: — sino que me perdí la oportunidad de bailar con ella después de tanto tiempo de ausencia.

Sin embargo, antes de que aquellos prosiguieran con su parlanchina y rara conversación:

— Un momento — pidió una ya compungida Pony haciéndoles también señal de alto para cuestionarles: — ¿podrían ser más claros en lo que están hablando?

— ¡De Candy, por supuesto! — expresó Eliza.

A ésta intentaron corregir en su información:

— Lo siento, pero ella...

— ¡¿No está aquí?! — hubo sido turno de un "alterado" Neil.

— No, sino con los Andrew, su familia adoptiva que está en Londres o que ya viene de camino a... —, sintiendo temor se tragó saliva para finalizar: — a América.

— ¡Qué raro! — se había dicho; y ahora se afirmaba: — Hace tiempo que toda la familia llegó a Chicago, y anoche precisamente tuvimos fiesta en nombre del Tío Abuelo Williams quien nos informó que Candy había optado por venirse a su casa.

— ¡¿Qué está diciendo?! — se hubo preguntado.

Fingiéndose angustia por parte de la pelirroja, ésta confesaba:

MELODÍA OLVIDADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora