Capítulo 2 Parte "A"

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Con la preferida elección, dos personas gritaron en unísono:

— ¡No!

El primero, brotó de la garganta de Candy, la cual peleaba por soltarse del amarre del que la tenían; y el otro provino de Ringo, quien dio un paso adelante y no prosiguió gracias al cañón del revólver que le pusieron justo a la nariz.

Con una sonrisa fría en su rostro, aquel Charlie miró a la Madame. Ésta temblaba de los nervios y tuvo que decirle:

— No... hay objeción de nuestra parte. Pueden... llevársela también.

En cambio, Candy siguió gritando en suplicio:

— ¡No, no quiero! ¡No quiero irme de aquí! ¡Por favor, Madame, le juro que trabajaré más! ¡Haré lo que quiera, pero por favor, no permita que me lleven! ¡No quiero irme!

El hombre, sujetándola y recibiendo las patadas de la joven, cuestionaba:

— ¿Qué hago con ella, Jefe?

Éste, luciendo extrañado de las peticiones, se dirigió a ella para indagar:

— No eres británica, ¿verdad?

Con tal de no moverse de ahí, Candy mentía:

— ¡Sí, lo soy!

Pero el astuto hombre diría:

— Y si te digo que adonde vamos... es a América.

— ¡¿América?!

Los ojos verdes de la rubia se abrieron tremendamente al asegurársele:

— Así es.

Como si confiara en él, la pecosa miró al que la sujetaba; y con el asentamiento de cabeza que de aquel hombre recibió y por el nuevo ¡no! que Ringo gritara, la joven cambiaría de parecer y diría:

— ¡Sí, sí quiero ir!

Con ello, se dio una orden; y en lo que la sacaban de ahí, atada y tapada como las anteriores jóvenes, el interior de Candy se llenaba de esperanza conforme iba diciéndose:

— ¡América! ¡Volveré a casa! ¡Volveré a...!

La rubia se interrumpió al acordarse de su inseparable amigo.

— ¡Clint, ¿dónde estás?! ¡Me llevan a América, y no tengo tiempo suficiente para buscarte. Clint, ¿me perdonarás algún día por haberte dejado atrás?

Esos pensamientos y otros, Candy llevaba consigo sin saber que su amiguito estaba más cerca de lo que ella pensaba, ya que...

. . .

Cookie, antes de ir a conseguir ese trabajo, había "acordado" con el mapache, le aguardara escondido detrás de unos barriles repletos de licor que eran parte del cargamento, y que a un gesto suyo, entrara para que se adelantara en la búsqueda de ese alguien tan especial.

Clint así lo hizo, y a la señal recibida, se coló hasta lo más recóndito de aquel lugar no encontrando fácilmente su objetivo hasta que la oyó cuando gritara y la vio salir del sótano. Pero aquel hombre, ya se le había adelantado, así que, gracias a la obscuridad, el animalito se perdió entre ésta y esperó para seguirles.

Al arribar al despacho, Cookie, desde que Ringo saliera por primera vez a juntar a las jóvenes, ya estaba afuera del burdel, porque, al pegar su oído sobre la puerta y percatarse que la abrirían, corrió a tomar una caja cualquiera y fingió seguir trabajando.

Más, al ver que Clint salía detrás de otra joven cubierta, y un hombre, por la manera eufórica con la que el mapache actuaba, el jovencito se alertó y supo que aquella que llevaban... ¡era la que se buscaba!

MELODÍA OLVIDADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora