AUTO XI

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No quiero creerlo, quiero vivirlo, y ser el acto, y en el límite cruzaré el umbral de lo incierto.

Un cuerpo, solo un cuerpo perdido. Dos cuerpos, solo un cuerpo perdido.

Hube de encontrarme tras el fuego que separa y purifica, las llamas no paraban de danzar mientras me fundía con lo oscuro de la noche, después de tanto viaje, después de vueltas y vueltas retorciéndome, elevándome, me despejé como dos nubes que se alejan entre sí, y hecho claro de luna, diluí mi ego en el blanco más puro.

Ahora me he vuelto uniforme, preparado para mi, preparado para todo.

Frases, solo frases, que alargan las esperas, o eso querría aun sin creer, esperar las líneas que se concentran y se disponen, convertidas en tiempo descompuesto, tiempo sin piedad, ni sol ni luna, ni astros brillantes, solo frases, movimientos circulares de esta boca que articula lo imposible, e invoca lo eterno, como si fuera a suceder solo con pensarlo, como si mi lengua fuese un imán y tu cuerpo se uniese al mío, en un suspicio que abraza el misterio. Misterio que no quiero creer, pero si quiero vivir.

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