AUTO VI

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Mierda¡¡¡ Me sigo muriendo.

Atestiguado el ahogo, mermo a paso lento, menguo y paso de sólido a líquido hasta que, simplemente me evapore.
¿Qué quedará de mí? más de lo que soy quizá, una utilidad mejor, un silbido, una canción, un sobresalto en el estrépito de la oscuridad, que sepulta una forma endeble, una sombra que proyecto ahora pero después, ya no.
Estoy barajando perder mis naipes, para a ciegas ir con todo, con los dientes por delante y que sea lo que sea por muy secante y tajante que diga quien quiera que se atreva con esa soberbia arbitrariedad con la que reparte cartas marcadas, disfrazadas de suerte, que se esfuerce y se esfuerce, y finja sorpresa al encontrarme.
Mierda¡¡¡ Me sigo muriendo.

Da igual lo que diga mientras mi cuerpo exhala gastando saliva, viajando de coordenada a coordenada, ordenadas mis palabras por orden cronológico, de líquido a sólido, con frases sublimadas, con artificios vacuos, que no cortan la hemorragia sino que se clavan más profundos.
Mierda¡¡¡ Me sigo muriendo.

Aquí se me escapa, aquí se me olvida, el porqué de mi herida y cuanto disfruto lamiendo la sangre que emana, manjar caníbal, este, el de la poesía, que no llora sin motivo, o si, pero encuentra el placer en sí mismo, como yo lo encuentro.

Mierda¡¡¡ Me sigo muriendo.
Acaso no es suficiente?
Déjame sufrir, permíteme la amargura en esta prosa, que no sabe rimar, soy un vivo que malvive sin saber morir, sombra en luz perpendicular, llanto submarino, arcoíris ciego, sabor a cielo en el suelo del paladar.

Mierda¡¡¡ Me quieren matar.

TAQUIPSIQUIASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora