SUBLIMACIÓN INVERSA

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Yo escribo y tú me lees, sencillamente y a grandes rasgos, esto es lo que está pasando.
Sin haberme visto, intentas comprender, quieres saber de mi y lo conseguirás.
Averiguarás lo que quieres; a cambio de mi inevitable deceso.
Así es como mi salud se desgasta a cada palabra que extraigo de mi mente, el mismo que escribió estas frases ya no existe, solo era el producto de la cultura que atesoré hasta hace unos segundos.
Ese al que buscas ya no és, ni será nunca, hoy quemó la vida que el tiempo le hubo de entregar, lo juro por aquello que ahora soy. Prometo que aquel, ya es otro.
Otro con una fuerza interna que le impulsa a desarrollar este caótico universo, y dicha fuerza todavía se mantiene, pues pretendo extenderme y hacer que las frases anteriores no resulten escuetas o vacías de significado.
Siento una tremenda aversión por las palabras huecas, necesito únicamente de palabras contundentes, llenas, que configuren las frases tajantes necesarias, para escribir lo más parecido a una afiladísima espada.
 Y esa fuerza interna, me obliga a prorrogar el final, tratando de ocultar con esta estratagema la carencia de dicha arma y finalmente, la mediocridad que afecta a mis intenciones.
Ahora bien, después de este subterfugio de factura subjetivamente hermosa, casi parecido a una obra de arte, compuesto por frases que van y vienen, sin sentido aparente, para que la integridad del lector quede a la altura de sus expectativas, puedo decir que me he cortado con el filo, y ahora soy mi propio verdugo. 
No hay arte en nada de esto, al menos eso que otros dicen que es arte. Quizá se equivoquen y el arte sea algo distinto de lo que ellos creen que es.
Estas frases sobre las que me recreo, desde luego que no están al servicio de nada, ni de nadie, ni tan siquiera de mi ego.
Mi crédulo ego que creyéndose libre y autónomo, es manejado por el lenguaje que concibe asimismo una ilusión de control sobre la sentencia trascendental que, todo indica, voy a anunciar.
¿Qué puedo hacer si soy crédulo? Si no me percato de que estoy siendo manipulado es porque  no puedo evitarlo. Solo por el momento.
Podría sugerirle esa idea a este ego mío, si la sentencia ética o política que algún día lograré formular, me advirtiera de ello.
Pero hoy no es ese día, la decisión que estoy tomando ahora, es más útil que la sentencia que emitiré mañana.
Es, nada más y nada menos que mi reliquia.
El artefacto que mi arqueólogo del futuro seguro querrá descubrir.
La pregunta dispuesta y configurada en este momento, que disparo a lo que quede de mí en el futuro, con los argumentos acumulados a lo largo del tiempo transcurrido hasta este instante.
Mi gran búsqueda, la ruta final, la verdad de la mentira que quise dejar reflejada, la mentira de la verdad que quiero que veas.
No tendré la respuesta que necesito, el ego en el que me convertiré no va a responder, yo solo escribo y tú me lees.
Sencillamente y a grandes rasgos esto es lo que pasa. Espero que hayas averiguado lo que quieres, yo cumplo mi promesa y después del último punto, te cederé el testigo y ya no existiré, puesto que nunca más seremos lo que fuimos.

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