AUTO VIII

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Me sobran las circunstancias, la maldita mugre que no diferencia esta delicia de la mierda. Solo puedo hacer meras predicciones que son como, como piezas de un puzle, que no encajan aunque quieras colocarlas a golpes, aunque tengan la misma puta forma que deberían, para ver el conjunto con perspectiva.

Me estorbaron los hechos, que aun siendo más que muchos fueron pocos, y escasos, ahora nulos en lugares lejanos, y mírame, habiendo prescindido de todo lo que sobra, ¿Qué carajo soy?

Pues resulta que aquí y ahora soy todo, todo conjugado en pospretérito, me limito a jurar vientos, atados con cadenas, atados con las venas que mi cuerpo cede en favor del aire, concretado yo en lo ambiguo de una promesa.

Dueño del mayor pecado, un finado asesino de la razón y verdugo del orden correcto en la dirección de las agujas del reloj, o en su contra.

A través de fonemas que fingen ser de derechas o izquierdas cuando simplemente están al margen del constructo, este lugar abrupto donde de tanto mirarnos a la cara olvidamos nuestros rostros.

Solo ojos y oídos, colocados sobre un lienzo hecho con retales, que se enseña a sí mismo, se lee y se escribe a partes iguales.

Soy capaz de escribirme, tacharme arrancarme, soy capaz de verlo y reírme, y también de llorarme, ¿No puedes escribir los versos más tristes esta noche?

Pues claro que puedo, tan tristes que causarían vergüenza ajena a la pena que alojan mis lágrimas.

No sé más y no se por que estoy desangrándome sobre alguna prosa de la que pronto solo quedará una poesía que habla de lo que alguien dijo a través de mi en el momento en el que estaba ausente, de cuerpo presente.

De cuerpo no demente.

TAQUIPSIQUIASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora