EL REY DE LA CIUDAD

22 0 0
                                    

El rey de la ciudad, enterrado en el asfalto
muestra su desnudez, a cambio de vuestro espanto
con ese rostro sacro-santo, carente de encanto
cuerpo celeste, en interior incandescente.
Oyendo palpitar los corazones, entre los pulmones,
y olvidando la sangre que bombea a ciencia incierta,
en lugares similares a jaulas donde viven las víboras.
Con los ojos abiertos, cubiertos con mantos estrellados,
bajo cielos invisibles, soluciones solubles,
inverosímiles buscando límites en la lucidez.
Hay unos que buscan lo que no se encuentra,
otros dejan tras de sí las huellas,
pues encontrarse será su mayor felicidad.
Mientras tanto, aquí se falta al respeto a los poetas,
reduciendo todo a lo simple, sorteando a la muerte,
sin nombres que puedan agarrarse a las siluetas,
planes perfectos de facturas horribles,
fracciones indivisibles, espirales rectas,
otro color calando, dando en el clavo,
volviendo redondo el tiempo,
esperando, encadenado el dolor al cuerpo,
con las puertas abiertas, las mirillas vueltas.
Visiones últimas puestas en duda bajo sospecha,
dormidos en nichos, junto a las cucarachas,
dirían que sueñan con ovejas eléctricas.
Pero el rey de la ciudad con intenciones funestas
no distingue la desnudez de la verdad,
ni distingue la verdad de la muerte.

TAQUIPSIQUIASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora