EL SELLO

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Hoy me ha despertado un sueño.
Antes perseguía el sueño, pero ahora estoy atrapado en un desvelo continúo producido por esta ensoñación.
No puedo escapar del siguiente pensamiento anestesiante:
Es una camiseta, sí, una camiseta de manga corta, color azul marino. Tiene tres, o no, tiene cuatro líneas blancas, muy finas, a la altura del pecho, que atraviesan de lado a lado horizontalmente, de brazo a brazo, y en el punto exacto donde se debiera encontrar algo parecido al corazón, tiene un estampado de un barco.
Pero no es un barco cualquiera, no es ni un yate, ni un barco pesquero, ni un trasatlántico, es un barco de papel.
Casi nunca me la pongo, esto se debe a que mi imaginación la sitúa en el espacio y el tiempo de una curiosa forma, exactamente como la típica canción infantil "Había una vez un barquito chiquitito" y pienso; "yo soy el mar, en cualquier momento se va a pique, y será todo culpa mía." 
Y digo, "sí que eres infantil, ¿Cómo es posible que tengas vestimenta con estampados de parvulario?" Pero siendo sensato, "¿que esperaba, cruzar el mar? ¡¡Es de papel!!, nunca hubiese ido más lejos de la orilla. A no ser que estuviese sellado con una pátina de cera, o algún material repelente al agua, puede que entonces llegase a las Azores.
Sigue sin tener sentido, ¿a dónde pretende ir con semejante temeridad? ¿por qué motivo iba un barco de papel a tener una función concreta?
Solo se me ocurre una; soporte de mensajería, pero sería difícil o casi imposible que, tomando el camino más corto, alcance el destino que le dicte mediante telequinesis.
Y soplo, soplo y soplo, y de la bella imagen de una playa al atardecer, mientras envío mi correspondencia, me despierta un sueño, entonces me desvelo, en parte por mis sonoros ronquidos.
Y caigo en la cuenta, llevándome las manos a la cabeza:
¡¡¡ SE ME OLVIDÓ EL SELLO!!!

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