AUTO V

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Tengo vértigo y no, no de tus palabras huecas,

tengo vértigo del espacio que nos separa

que apenas acerca lo que somos a un kilómetro

a lo incierto que desprendes que después de tanto,

no te conozco,

no te conozco,

extraño, aun oliendo tus entrañas

de veneno que no es, si no la saliva que lanzas,

hablando como si fueras mi amigo.

Y no te encuentro, desvarío, desatino en pensamientos certeros,

sonrisas efímeras, vísceras por fuera, lágrimas, saliva, llagas en la lengua.

Pero incluso espero, tus puñetazos en mi estómago, tu brazo por encima de mi hombro, compañero, esputo, sangre en tus ojos, lluvia de bilis que amarillean tus dientes.

¿No lo sientes?

¿No lo sientes?

Es la fraternidad que produce náuseas, mírame y dime,

¿Es lo que quiero que seas?

Te paseas como si me conocieras, hablas de lo que no sabes, dices somos...dioses,

pero a la mínima ocasión me menosprecias, desechas mis tragedias, te meas en mis miserias, y lames las heridas al que sea, en contra mío.

Cualquiera... sin forma o manera, memoria usurera, tampoco llames a este loco, cuerdo con problemas, con esas palabras pasajeras, con ojeras, orejas gachas, mentiras...

Odio este vértigo que me abre los ojos, me consuela, saber que sabes que intercepto los puñales con la lengua, la causa de mis males, no eres tú, soy yo.

Y tú lo sabes.

TAQUIPSIQUIASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora