850 palabras
- Capítulo 9 -
— Jorge, ven, sígueme.
El castaño estacionó frente al instituto y sin sigilo alguno, con la compañía del menor se dirigió a la puerta principal, encontrándose con el velador.
— ¿Krol? ¿Qué haces aquí a estás horas?
— Olvidé algo, de hecho creo que lo perdí ¿Puedo ir a buscarlo?
— Sabes que no puedo sólo dejarte entrar.
— Anda, puedo darte 20 dólares.
— ¿Sólo 20?
— 25, última oferta.
— Tienes 25 minutos
— ¿En serio tratas de comprarme con eso?
— No lo sé ¿Cuánto tiempo necesitas?
— Te daré 40 dólares por una hora.
— Bien.
El castaño sacó el dinero de su billetera y se lo entregó al velador, entrando al instituto junto al menor.
— No puedo creer que sobornaste al velador — el rizado soltó.
— No vengo tan seguido, pero sé que el dinero me ayuda a entrar.
— ¿No puedes escabullirte?
— No, él también apaga las cámaras para que estemos seguros de que nadie nos ve.
— Entonces vale la pena el dinero.
— Cada centavo.
— ¿Y qué fue lo que olvidaste?
— Oh...lo olvidé.
— ¿Es en serio?
— No me culpes, tengo mala memoria.
— ¿Y qué hacemos aquí?
— Ya gasté cuarenta dólares, no me iré.
— ¿Y qué harás?
— No lo sé.
Ambos comenzaron a caminar alrededor del lugar, observando sus alrededores que parecían un ambiente desconocido ante tal soledad.
Ambos llegaron al campo de entrenamiento, el sol comenzaba a ocultarse y por lo tanto el calor comenzaba a esfumarse.
Una fresca brisa comenzaba a llenar el ambiente, haciendo que instintivamente el rizado llevase sus manos a sus propios brazos intentando resguardarse de ésta.
— ¿Tienes frío?
— No es nada, ya me pasará.
— Tengo una sudadera en mi casillero, en los vestidores.
— No es necesario.
— Anda, no me gustaría que te resfriases por mi culpa.
Sin poder debatir mucho, el castaño guió al menor a los vestidores, dirigiéndose a uno de los casilleros, que el rizado intuyó era suyo, y tomó una de las sudaderas del equipo, la cual llevaba su numero de jugador y apellido.
Benji se la tendió al menor, quien agradeció antes de tomarla y la pasó sobre su cabeza, reconfortándose ante el inmediato sentimiento de calidez que ésta le proveía.
El castaño se quedó observando al menor un instante, mirando lo perfecta que aquella prenda le quedaba.
— ¿Mejor? — el castaño interrogó.
— Si, gracias...
— ¿Vendrás a ver el juego mañana?
— ¿Debería?
— Sólo si quieres.
— ¿Pero quieres que esté aquí?
— Por supuesto.
— Entonces lo tendré en cuenta.
Luego de caminar por un rato más, el castaño finalmente recordó que había olvidado su cargador en su casillero escolar y se dirigieron allí tomándolo y continuando con su recorrido.
— Si sólo habías olvidado tu cargador ¿Por qué le pediste al velador que te diera una hora?
— Porque es relajante caminar en el instituto, sin cámaras, sin personas alrededor.
— Lo es...
— Si algún día quieres repetirlo, sólo llámame y vendré contigo.
— Me agrada la idea.
Finalmente ambos terminaron saliendo del lugar y subiendo nuevamente al auto del castaño, quien condujo con tranquilidad hasta la casa del menor.
— Yo...umm...gracias.
— No hay problema.
— Debería devolverte la sudadera.
— Insisto, no es necesario, lo harás después.
El menor asintió sin saber que responder, ambos se quedaron mirándose el uno al otro.
Ninguna palabra parecía sensata para aquella situación, sin embargo no fueron necesarias.
El castaño en un acto de valentía se inclinó al menor fijando sus labios, el rizado ante la sorpresa no supo como reaccionar, pero pronto termino cediendo ante la sensación.
Estaba compartiendo su primer beso con aquel chico que desde hace años robó su corazón, y no lo lamentaba en lo absoluto.
Se apartaron el uno del otro con las mejillas coloradas, un mirada de asombro seguía fija en el rizado y una pequeña sonrisa se formulaba en los labios del mayor.
— No digas nada — habló el castaño, no es como si el menor tuviera algo que decir — Sólo dame una oportunidad. No es necesario que respondas ahora, pero lleva mañana mi sudadera al instituto, lo tomaré como un si. Si no lo haces, entenderé.
El rizado se veía aún perdido, pero se las arreglo para asentir.
Abrió la puerta del auto y tomó sus pertenencias, se despidió del castaño con algo de nerviosismo al dirigirle la mirada y se adentró a su hogar.
Su madre estaba en la sala de estar, sin embargo el menor de inmediato se dirigió a su habitación y se encerró dentro.
Hundió sus manos dentro de las mangas de la prenda ajena y acercó sus palmas a su rostro, sintiendo el leve aroma a colonia que aún estaba presente.
Se dejó caer en su cama boca abajo, y simplemente se dedicó a gritar contra una almohada, pataleando de felicidad ocasionalmente y con una sonrisa que parecía ser imposible de borrar.
Jorge se sentía a si mismo en un cuento de hadas, y le emocionaba la idea de obtener su final feliz.
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Les dije que sería MUY cliché ajdnjndsxjnswxsAnyways, ya les dije que ya subí la segunda versión de encerrados, pero se los digo de nuevo, si no han ido a leerla pues vayan, gracias por su atención.
07/05/21
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Innocent boy (nueva versión)
FanfictionEsta es una historia algo cliché Benji: típico chico popular de último año de preparatoria, dice tenerlo todo, sin embargo sabe qué hay algo que desea conseguir... Jorge: es un chico algo tímido de último año de preparatoria, razón por la cual no ti...