10

137 18 29
                                    

984 palabras

- Capítulo 10 -

Era viernes. Para muchos ese día simboliza emoción y fiestas, para otros quizá signifique trabajo o tal vez vacaciones, y mientras el resto del mundo quizá esté pensando en aquello, Jorge se encontraba en su habitación, sentado a la orilla de la cama, tratando de solucionar el "Dilema de la sudadera" como él le había llamado.

Es decir, el rizado nunca fue muy fanático de salir de fiesta, quizá porque rara vez era invitado a alguna, pero incluso aquello podía ser algo más normal que pasar la mañana del viernes decidiendo si ponerse una sudadera ajena o no.

Sería mentir si Jorge dijera que no desea hacerlo, su primer pensamiento es ponérsela y llevarla con orgullo, piensa en como las cosas cambiarían en el momento en que el castaño lo viese. Es decir le pidió una oportunidad, si se la otorgara eso significaría dar un paso adelante, dar un paso hacía el futuro que durante años sólo había existido en su mente.

Pero también sería una mentira el negar que el menor tiene miedo, llegar con una sudadera ajena, que es del chico más popular del instituto seguro sería algo grande para alimentar las bocas de aquel lugar, creando seguramente rumores. También significaba que si debía darle una oportunidad, es muy probable que su sexualidad salga al aire, y obviamente la nueva información se esparciría con rapidez a través del instituto.

¿En serio estaba pensando en arruinar aquella perfecta oportunidad sólo por miedo?

Es decir, el miedo siempre ha jugado una parte muy importante en nuestra vida, protegiéndonos de situaciones que consideramos riesgosas, pero hay veces que los miedos irracionales, aquellos que no tienen sentido, se apoderan de nosotros, haciendo que nos encerremos a nosotros mismos en una burbuja difícil de romper.

El rizado miró la sudadera en sus manos y alzó la vista al espejo, mirándose a si mismo, debatiendo internamente un problema sencillo.

Nuevamente observó la sudadera, analizando sus detalles, el color azul marino que caracterizaba a su instituto, y los detalles color blanco que resaltaban con orgullo. Delineó con sencillez los números impresos al reverso de la prenda y pasó su dedo rápidamente a través del apellido que igualmente estaba en el reverso, justo encima del "23".

— Espero que no te arrepientas de esto — balbuceó para si mismo.

Con un último bufido, el rizado guardó la sudadera en su mochila y tras haber tomado el desayuno, salió de su hogar.

El camino al instituto fue eterno, debería serlo, es decir tomó una nueva ruta para evitar encontrarse al castaño antes de lo debido.

Su mochila estaba un tanto abultada, es decir la sudadera era ancha y ocupaba mucho espacio, pero su decisión había sido tomada y no la cambiaría por nada del mundo.

Al llegar al instituto, se escabulló deseando llegar a su casillero, sin embargo fue en ese momento en que lo vió. El castaño estaba recargado contra su casillero, y casi de inmediato su mirada se dirigió a él, y era notoria la decepción que había en su mirada.

Jorge tomó una profunda respiración y se acercó con lentitud al mayor.

— Jorge...

— No — el menor interrumpió — antes de que digas algo quiero hablar yo.

El castaño asintió y observó al menor sacar su sudadera de su mochila, para después colocar su mochila en el suelo y la prenda en sus manos.

— Tengo miedo — empezó — no de ti, sino de los demás. Llevo años ocultando quien soy ¿Y de un día para otro se supone que solamente debo no hacerlo? Eso es a lo que tengo miedo.

<< También le temo a que si decido darte esta oportunidad, te alujes a la primera crítica, porque estás acostumbrado a que todos te sigan y te llenen de halagos día con día, y si eso cambia, tengo miedo de que vayas a alejarte.

<< Y también le temo a ser el centro de atención, es decir estoy acostumbrado a vivir en las sombras y es obvio que eso cambiaría. Pero sólo quiero que me prometas que no te alejaras, o si lo haces, hazlo ahora, antes de que las cosas terminen peor.

El castaño parecía impresionado por lo que acababa de escuchar, ya que yacía aún inmóvil y perplejo mirando al rizado, hasta que unos segundos después pareció volver a la vida y agitó su cabeza con rapidez saliendo de su trance.

— No me alejaré, puedes confiar en mi — el castaño habló — Pero tienes razón, estoy acostumbrado a no recibir críticas y no puedo prometer que no me afectaran, pero espero que puedas prometer que tampoco me alejarás.

— Puedo prometer eso — el menor habló con la cabeza gacha ocultando el sonrojo en sus mejillas.

El castaño llevó uno de sus dedos a el mentón del rizado, haciendo que alzase la mirada y sus miradas conectaran.

— ¿Entonces aceptarás? — el castaño interrogó y el menor asintió — ¿Entonces porque no te pones esto?

El castaño tomó sus sudadera de las manos del menor y la pasó sobre su cabeza, siendo que el menor terminó de colocársela e inconscientemente una pequeña sonrisa se formó en sus labios.

Sintió la mano del castaño buscar la suya entre las mangas de la sudadera, para después entrelazarlas y mirar al menor con una sonrisa confiada.

Jorge instintivamente dirigió su mirada a sus alrededores, inspeccionando si alguien los había visto.

— No lo hagas — el castaño le llamó — Sólo estamos tú y yo, el resto no importa.

El rizado sintió sus mejillas arder aún más si era posible, era probable que su rostro fuera del mismo color que un tomate, y aún así el castaño le hacía sentir seguro ante la opinión de los demás con un sencillo toque.

Quizá haya tomado la decisión correcta.

.......................................................
Hace mucho que no escribía o leía algo cliché...me gusta idk.

Anyways, vayan a leer mis otras historias o les parto el ano (con amor).

Bueno bai, se la pican ☝️✨

13/05/21

Innocent boy (nueva versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora