•∆• Trabajando con mentes criminales •∆• {VOLKACIO}

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Gustabo llevó a Horacio hasta la habitación del inspector algo animado, ya que como iba con el viejo y su hermano podría salir de ese lugar a ver la ciudad antes de lo que Conway le había dicho.

-Ya nos han traído nuestras maletas, espero que te pongas un conjunto de los tuyos, el de la camisa de unicornio era la hostia eh, ¿te la has traído? Pontela tío.-

-¿Esa...? Conway me la quemó el día que me vio con ella, lo que pasa que tú estabas muy ocupado manipulandome como para darte cuenta.- soltó Horacio con algo de resentimiento mientras se alejaba con poco de su hermano para acercarse a la puerta de su habitación, hacia unos segundos que estaban por el pasillo de habitaciones buscando la suya.

-Joder Horacio, ¿cómo te dejas comer tanto el coco? Yo nunca te haría eso hombre, si eres la persona con la que he compartido un trozo de pan para comer y un cacho cartón para dormir, nunca te haría eso. Te lo dijo el viejo, ¿No? Que no te coma el coco, no confíes en el Horacio.-

Las palabras de Kovacs en ese momento llegaron a la mente de Horacio, "_¿Puedes plantearte no confiar en él?_". Sabía que Gustabo era un manipulador, pero tal vez él tenía razón, tal vez Conway lo estaba usando de nuevo, como antes, Gustabo siempre le aviso de eso y nunca le escuchó, aunque ahora sí lo haría.

-Voy a vestirme, espera aquí fuera-

El menor entró al cuarto y se acercó a su maleta, la colocó sobre la cama y la abrió. Menos mal, ahí estaba. Su pistola calibre cincuenta que se había asegurado en esconder para que ni el más perspicaz se diera cuenta de lo que traía. Sacó una sudadera de Nike, que tenía unas letras japonesas a los lados de las mangas, de color doradas, una gorra a conjunto de color dorada con algunas zonas más claras que otras, unos vaqueros ajustados negros y unas deportivas blancas, todo su conjunto era algo sencillo, demasiado para que él era antes de todo lo que ocurrió, pero ahora la moda simplemente no formaba parte de su vida.

Se guardó el arma en el pantalón, en una pequeña pistolera que se puso en la cintura de los vaqueros, lo justo para taparlo todo con la sudadera. Salió del cuarto obteniendo la atenta mirada de su superior, que ahora se encontraba allí junto al rubio, parecía que su humor había mejorado.

-Ya estoy listo, ¿nos vamos?

Ambos sujetos asintieron con la cabeza y se retiraron de ahí, saliendo del gran edificio.

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-¿¡Cómo que está tampoco te gusta!?- preguntó el rubio con una pequeña vena algo hinchada asomándose en su frente. -Joder Horacio, ¡que no te vas a pasar veinticuatro siete en tu casa coño!-

-Pero no voy a vivir en un sitio que no me guste- respondió a su hermano cómo defensa cruzándose de brazos.

-Pero nosotros tampoco vamos a estar toda la puta vida buscando un puto piso para ti capullo- habló Conway mirando el semáforo en rojo que tenía delante, deteniendo el coche.

-Quiero mi casa, ninguna de estás, la mía- recalcó el menor la última palabra mirando molesto al mayor.

-No estamos en Los Santos, así que te toca joderte como nos jodemos todos.- sentenció el de lentes de sol para concluir con la pequeña discusión. -Volvemos a las oficinas, suficiente por hoy.-

-Joder tío, si es que hemos perdido tiempo para nada Horacio- bufó el rubio mientras llevaba una de sus manos a la cresta del moreno jalando un poco de esta. -¡A ver si así aprendes a usar el cerebro o te arrancó los cuatro pelos que te quedan cabrón!-