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-No te muevas joder.- maldijo su superior sosteniendo con algo de fuerza la barbilla del rubio con las raíces algo castañas.

-Joder, es que no es nada cómodo que metas tu sucio dedo en el ojo papu.-

-Papi- corrigió el mayor pasando una gasa desinfectada sobre el ojo herido de Gustabo. -Papu solo me puede llamar Horacio.- acercó más su rostro al del menor para buscar más comodidad a la hora de desinfectar la herida y tratar su ojo. -Cuando te meto el puto dedo por el culo te quejas menos joder.-

-¡Jack!- regaño el menor con un leve sonrojo.

Había pasado una semana en la que tanto Gustabo como el federal no habían aparecido ni un solo día por los pasillos de las oficinas, ni siquiera para ir al comedor.

Gustabo al estar en la sala de castigo lo único que podía hacer era esperar a que Conway trajera sus comidas diarias y le hiciera algo de compañía.

Horacio en cambio solo había despertado a lo largo de la semana tres veces contadas, se alimentaba a través de una sonda introducida por su nariz hacia su estómago y tenía visitas constantes del ruso y de su figura paterna.

Su situación no era demasiado preocupante, pero si que llegaba a alterar a Volkov lo suficiente como para pedir que despertarán al de cresta, aunque sea con una descarga eléctrica.

Lo único que tenía era miedo, miedo a que aquella persona que amaba quedase en coma, como él en antaño.

Era algo que no le quería recomendar a nadie, ni tan siquiera a su peor enemigo, no era nada agradable despertar años después, sin casi ningún recuerdo y con nula movilidad, sin poder controlar tus propios nervios o incluso sin poder hablar correctamente.

-Volkov...-

Aquella voz distrajo los pensamientos del ruso, captando su atención al momento.

-Horacio, has despertado, no te esfuerces mucho.- trató de calmar al vez la clara incomodidad en su rostro al notar una sonda metida en su nariz. Esto provocó una pequeña arcada al de cresta ante la extraña sensación que esto le provocaba.

Arcada que asustó al peligris, quien colocó una mano en la espalda del de cresta mostrándole apoyo mientras lo ayudaba a incorporarse y sentarse en su lugar.

-Todo está bien Horacio, tranquilícese, llamaré a un médico y saldrá de aquí, ya verá.-

Un beso fue depositado en la frente morena del menor, que por primera vez se sonrojo de forma leve ante un acto cariñoso del ex comisario.

Un par de días pasaron sin problemas, días más largos para unos que para otros. Para el federal sin duda sus días pasaron largos.

En cambio para el rubio recien decolorado no, ya que pudo disfrutar todo tipo de lujos gracias a la libertad que Conway le había dado, tanto por la ciudad como en la cama.

Esos días estuvieron tranquilos en lo que venía siendo las investigaciones dentro del país, aunque para el federal recién recuperado no fueron días de descanso por así decirlo.

-Collins por favor, no tan alto.- contestó tras la llamada soltando un suspiro frustrado, viendo los apuntes de su libreta.

•∆• Trabajando con mentes criminales •∆•  {VOLKACIO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora