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-Hey hey, hijo, reacciona, ¡Horacio!-

Cuando Conway reaccionó lo único que pudo hacer es agarrar a tiempo el cuerpo del federal antes de que cayera sobre la pila de cadáveres.

Trató de hacerle reaccionar con pequeños golpes, el de cresta parecía tener los ojos entre cerrados pero con la mirada vacía y su cuerpo tembloroso parecía no reaccionar a nada.

En silencio, el resto de miradas pasaron se los cadáveres al cuerpo casi inconsciente del de cresta, el cual respiraba de forma agitada. Volkov, quien había sido el primero en ver una gota bajar de la nariz de Horacio hasta su barbilla, acabando finalmente en uno de los cadáveres, empezó por acercarse a tomarle el pulso mientras Conway trataba de hacerlo despertar. En un movimiento agarro con fuerza la muñeca de Conway, haciendo que detuviera sus movimientos mirándolo a los ojos, esa mirada fue devuelta por aquellos oscuros ojos que se mantenían con el ceño fruncido.

-Hay que sacarlo de aquí, está teniendo un ataque de ansiedad.- aclaró el ruso, ahora haciéndole entender a Conway el porqué frenó sus movimientos. -Armando encar--

-Encargate de esto, si, lo entiendo.- le cortó el mayor mientras mandaba un aviso al departamento de investigaciones para mandar al cuerpo de crimenogía a su ubicación actual.

Conway tomó de nuevo a Horacio para sacarlo fuera de la parte baja de aquél lugar, necesitaba llevarlo a una zona menos oscura y tranquila tal y como le estaba ordenando Volkov.

Al estar en el piso principal de la tienda de ropa el pelinegro tumbo a Horacio en el suelo con cuidado de no hacerle ningún tipo de daño.

-Horacio, hey, donde están sus pastillas, donde- le hablaba con suavidad el ruso sosteniendo sus mejillas con cuidado, con su rostro cerca del de Horacio para que le escuchará con claridad.

Ahí fue el momento en el que Horacio pudo reaccionar palmeando uno de los internos de la chaqueta del uniforme.

El ruso adrentró su mano entre aquella tela, sintiendo el calor corporal de Horacio algo frío, aunque podía notar una pequeña capa de sudor en su ahora pálido rostro.

Bingo. Al sacar el botecito del bolsillo pudo darse cuenta que eran aquellos antidepresivos que había encontrado en el baño, no había caído que podría usarlos para aquello, aunque estaba claro que también se podía.

Con sus dedos entre abrió los labios del moreno, introduciendo la pastilla sin ser muy brusco, pero con rapidez.

Colocó su mano en la espalda de Horacio para alzarlo y mantenerlo sentado mientras esperaba que se tomase la pastilla.

-Joder Horacio...- maldijo Conway mirándolo con pena, mientras pasaba su mano por la cresta despeinada del menor, peinandolo así hacia atrás, para luego bajar su mano al pequeño hilo de sangre casi seco que había caído por su nariz, limpiandola un poco con sus dedos para retirar aquel sangriento fluido de su rostro.

Viktor daba pequeñas caricias sobre la espalda del menor, quien había conseguido tomarse aquella pastilla sin necesidad de agua, un suspiro de alivio escapó entre sus labios, aunque aún el de cresta no parecía salir de ese ataque de ansiedad al menos los temblores había disminuido.

Conway miró a Volkov, había vivido estás experiencias cuando trataba de mantener estable la salud de su comisario e incluso tuvo que mandarlo a un psicólogo privado, ya que el trabajo que hacían en el hospital no servía de absolutamente nada.

•∆• Trabajando con mentes criminales •∆•  {VOLKACIO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora