Capítulo Dieciocho

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Capítulo Dieciocho

"Lúgubre descubrimiento"

—Tal vez haya por los alrededores un ladrón de cadáveres

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—Tal vez haya por los alrededores un ladrón de cadáveres... Quizás los empleados de las pompas fúnebres robaron el cadáver. —Chris sabía que estaba siendo necio, a pesar de no hallar ninguna otra explicación plausible.

Peter suspiró. —Bien, necesitas otra prueba. Ven conmigo. —ordenó, guardó sus herramientas, apagó la vela y la metió también en la cartera.

Abrieron el portón y salieron. Volvieron a cerrar con llave, pero está vez el doctor se la entregó a Chris.

—Guárdala. De esta forma, no dudarás.

El señor Argent se echó a reír, con risa muy poco alegre, dándole a entender que era mejor que él guardara la llave.

—¿Qué significa una llave? Pueden existir varias copias y, además, esa cerradura debe ser fácil de forzar.

Sin contestar, Peter se guardó la llave en el bolsillo. Después, quiso que Chris se ocultase no muy lejos de allí, detrás de un ciprés, a fin de asistir a lo que ocurriría, mientras el vigilaría la otra parte del cementerio. Desde detrás del ciprés vió al doctor alejarse como una silueta sombría, hasta que los árboles y los monumentos funerarios lo ocultaron a su vista.

La soledad le impresionó. Escuchó la campana lejana, anunciando la medianoche, después anuncio la una, y luego las dos. Chris tenía frío, y estaba furioso con Peter Hale por arrastrarlo allí, y tambien consigo mismo por haber aceptado. Aunque, a pesar del frío y el sueño que le invadían, ni por un momento pensó descuidar la vigilancia que le había encargado el doctor. Indudablemente, aquellas horas fueron las más penosas de su vida.

De repente, tuvo la impresión de distinguir una mancha blanca deslizándose entre los cipreses, al otro lado de la tumba; al mismo tiempo, precipitándose hacia ella, divisó una masa o mole sombría. Quiso avanzar a su vez, pero tuvo que contonear varias tumbas y tropezó más de una vez. El cielo estaba encapotado, y a lo lejos cantó un gallo. A cierta distancia, tras una fila de enebros que bordeaban la avenida que conducía a la iglesia, apareció una figura blanca, bastante borrosa, que avanzaba en dirección a la tumba de la familia Stilinski; aunque, debido a la arboleda del lugar, no logró ver en qué dirección desaparecía la silueta. Chris no tardó, no obstante, en escuchar unos pasos reales en el mismo sitio por dónde había pasado la blanca figura y percibió al Doctor Hale que sostenía entre sus brazos un niño muy pequeño.

Cuando llegó a su lado se lo mostró, al tiempo que exclamaba:

—Bien, ¿Me crees ahora?

—¡No!

—¿No ves a este niño?

—Sí, veo a este niño... Mas, ¿Quién lo ha traído aquí? ¿Está herido?

Te siento dentro (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora