□Historia ambientada en el tiempo de los dioses griegos□
Debajo de la tierra, vivía un semidíos; de hombre era su cuerpo y de topo su tez. Rapto a un doncel llamado Stiles, que a su túnel llevó y aunque el chico no era un dios, de él se enamoró.
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Los dientes puntiagudos, los labios voluptuosos, manchados de sangre... Todo aquello era suficiente para producir escalofríos de terror, y su cuerpo sensual, visiblemente carente de alma, era como una burla diabólica de lo que fuera en vida el cuerpo de Stiles.
Metódicamente, según su costumbre, Peter Hale retiró de su cartera diversos instrumentos, dejándolos a mano. Primero, sacó un soldador y un poco de soldadura; después, una lámpara de aceite que, una vez encendida, desprendió un gas azulado que daba mucho calor; luego, los instrumentos que debían servir para la operación y finalmente una estaca de madera, cilíndrica, de unos diez centímetros de diámetro y medio metro de longitud. Puso al fuego la punta de la estaca, y después la afiló agudamente. Por fín, sacó de la cartera un martillo de grandes dimensiones.
Por parte de Chris, ver cómo un médico preparaba todos los detalles para proceder a una operación, siempre le ha resultado satisfactorio, mas aquellos preparativos inspiraron a Theo y Scott una verdadera consternación. No obstante, ambos trataban de conservar el valor, tranquilos y silenciosos.
—Antes de dar comienzo a mi labor. —murmuró Peter Hale. —Permítanme explicarles de qué se trata; de hecho, este conocimiento nos lo ha transmitido la ciencia y las experiencias de los antiguos y de cuantos han estudiado los poderes de los no-muertos. Este estado de vida en muerte se halla estrechamente ligado a la maldición de la inmortalidad. Se niega la muerte a esos seres que deben, de siglo en siglo, causar nuevas víctimas y multiplicar los males de la Tierra; ya que todo aquel que muere después de haber sido la presa de un no-muerto, se convierte en otro a su vez, que también buscará sus víctimas correspondientes. De manera que el círculo se agranda incesantemente, como los círculos provocados por un guijarro arrojado a un estanque. Barón Theo Raeken, amigo mío, de Jackson haber besado a Stiles un momento antes de su muerte, como era su deseo, o si anoche usted le hubiese recibido en sus brazos, a la hora de la muerte, usted y el príncipe se habrían convertido en vampiros. Y a su vez se habrían dedicado a causar otros no-muertos. —explicó seriamente y luego llevó su mirada al cuerpo de Stiles. —En su calidad de no-muerto, la carrera de este desdichado joven acaba de empezar. Los niños cuya sangre ha chupado no están aún en trance desesperado; mas si continuase viviendo como no-muerto, dichos niños perderían cada vez más sangre, obedeciendo al poder que Stiles ejerce sobre ellos, e irían en su busca; con su boca odiosa, ese no-muerto les dejaría finalmente exangües. Por el contrario, si él muere realmente, cesará todo el mal, las leves incisiones desaparecerán de las gargantas de los niños que volverán a sus juegos, olvidando toda esta aventura; más importante aún: cuando la verdadera muerte se apodere de este no-muerto, el alma de nuestro querido Stiles volverá a ser libre. En lugar de ejecutar durante la noche su obra malvada, sufriendo durante el día toda humillación, ocupará su lugar reservado entre los angeles como creen ustedes los cristianos. Así, amigo mío, la que le dé el golpe de gracia será una mano que él bendecirá. Yo estoy dispuesto a ello. Mas, ¿No hay entre nosotros alguien con más méritos para este privilegio? Qué dicha poder pensar en el silencio de la noche: <<Fue mi mano la que lo envío a las estrellas, la mano que él mismo más amaba en este mundo, la mano que él mismo habría elegido para este trance, de poder hacerlo.>> ¿No hay aquí entre nosotros esa persona afortunada?
