Perder

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—Cuidado con la cabeza.

—Mejor cuida la tuya. —Centro contestó al ver como Sur se tambaleaba gracias al sueño.

Ambos mexicanos cargaban al azabache mayor el cual andaba borracho. Era de madrugada por lo que ambos hermanos intentaban hacer el menor ruido posible para no llamar la atención.

—Es suficiente... —Norte susurraba entré el sueño y la inconsciencia. — ...Duele, es suficiente.

Centro sabía que no les hablaba a ellos, Sur le dijo que a veces solía balbucear cosas que para ellos no tenían sentido.

Con algunos tropezones de parte de Sur y algunas quejas de Centro llegaron con seguridad a la casa y con sus billeteras en su lugar.

Mientras Sur volvía a dormir a rastras junto a su hermana, Norte empezó a toser levemente, obligándose a si mismo a sentarse en su cama. Se quedó mirando sus zapatos, perdiéndose en sus pensamientos.







—Eres muy lindo.

Norte el cual en esos no era más que un esclavo de su conquistador se sonrojó por las palabras del minúsculo chico delante de él. Últimamente habían estado practicado español y eso fue lo primero que logro decir de manera coherente.

Ya se habían conocido antes y se habían llevado bien. Gracias a que ambos tenían varias similitudes, algunas no eran tan buenas, ser prisionero de un conquistador en sus propias tierras era una de ellas.

El azabache tenía un gran interés por su vecino, físicamente le llamaba la atención, su cabello se había vuelto rubio gracias a la mezcla de grupos que estaba sufriendo sus tierras, al igual que sus ojos que de cafés se volvieron azules, aunque recientemente estaban empezando a tornarse negro al rededor del iris en uno de ellos.

El de sangre inglesa le había explicado que pronto ambos ojos serían así. No lo entendió del todo, pero el rubio tenía una expresión triste al decirlo por lo cual decidió no volver a preguntar del tema.

Luego empezó a sentirse cómodo con la compañía del más pequeño. Hablaba muy bajito por lo que tenía que agacharse para escucharlo, esos momentos se sentían especial porque ambos se quedaban en su pequeño mundo.

Empezó a sentir que debía de proteger al inglés, era tan pequeño y frágil a sus ojos que su manera torpe de cortejarlo era cuidándolo.
Le regalaba flores silvestres que encontraba de camino a visitarlo y de vez en cuando le pedía de favor a su hermano que robarán comida de la cocina de la realeza para dársela después.

Aquel chico, le daba un poco de consuelo a su vida. No sabía cuando empezó a sentir cariño romántico, ya que era la primera vez en su vida que lo sentía, pero haría lo posible para que el contrario sintiera lo mismo.

No se llevaba muy bien con Nueva España, su reciente familiar, pero su hermano le recomendó hablar con ella para que le diera consejos de amor de los libros que solía leer.

No todo fue fácil, su conquistador le reprendía cada vez que se daba cuenta que se encontraba con el hijo de su enemigo. Poco le importaba, pero a veces los azotes le impedían caminar para encontrarse con él por lo cual volaba.

A trece, que era como él lo apodaba de cariño, le gustaba que lo llevara volando a cualquier sitio por lo que él gustoso le cumplía el capricho.

Eso hasta que le cortaron sus alas.

Ni siquiera su hermano o hermana pudieron sacarlo de su cuarto.

—Quiero verlo.

El castaño miro con resignación a su hermano e intentó que el de franjas rojas lo visitara para que pudiera consolarlo.

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⏰ Última actualización: Jun 24, 2021 ⏰

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