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Nashville

Tomo la mano de Christopher, temerosa, él me mira con una sonrisa cargada de superioridad y me jala para ayudar a levantarme. Pero un quejido abandona mis labios cuando intento ponerme de pie, que lo hace fruncir el ceño.

—¿Te lastimaste? —me pregunta, haciendo que me siente de nueva cuenta sobre el piso, de forma lenta.

Asiento e inspiro profundamente. Alzo un poco el borde de mi pantalón dejando a la vista un tobillo rojizo y con indicios de querer inflamarse.

—¿Acaso eres muda? —pregunta el chico de forma exasperada.

Carraspeo mi garganta y le doy una mala mirada.

—No, no soy muda, solo que tengo la garganta seca y me siento muy adolorida para poder hablar. —respondo de mala gana. Pero después me arrepiento, cuando recuerdo que me ha salvado la vida hace unos minutos. —Lo siento, no quería hablarte así. —agrego de inmediato.

Christopher niega lentamente y se pone en cuclillas frente a mí.

—¿Cómo te llamas? —pregunta, mientras examina mi rostro con detenimiento, como si buscara no perderse ningún detalle.

—Alexandra, pero puedes decirme Alex. —le respondo.

Christopher se relame los labios y echa un vistazo a su camioneta donde su perro, lo espera pacientemente. Luego regresa la vista hacia mí, mientras levanta su camisa de cuadros negra dejando a la vista una parte de su abdomen pálido y guarda el arma en el borde de su pantalón.

—Alex es nombre de niño. —dice en medio de una risita. —Te llamaré Alexa. —añade, con una sonrisa tirando de la comisura de sus labios.

Debo admitir que tiene una sonrisa impresionante. Mis ojos viajan hasta sus labios rosados que están un poco resecos, supongo que por eso los ha estado relamiendo tantas veces en los últimos minutos.

Se crea un silencio, donde no hago mas que jugar con las manos sobre mi regazo y Christopher está con la mirada clavada sobre la carretera, al parecer pensando en algo. El cachorro blanco empieza a emitir sonidos de queja y Christopher sacude su cabeza como si quisiera alejar algunos pensamientos.

—Ven conmigo. —anuncia, mientras me mira de arriba abajo.

No tengo muchas opciones ahora mismo, me he quedado sola, no puedo volver al campamento por todas mis pertenencias y, además, estoy sumamente lastimada. Se que no conozco de nada a este tipo, pero me ha salvado. Otro en su lugar simplemente hubiera seguido de largo ignorándome, pero el, se detuvo y arriesgó su vida para salvar la mía. Asi que confiaría en él, solo espero no arrepentirme.

—Si. —acepto, con vergüenza.

El chico se agacha y coloca sus brazos por debajo de mis piernas elevándome. Engancho mis manos por detrás de su cuello y me aferro a el para no caer. Me lleva hasta el Jeep y me deja delicadamente sobre el asiento de copiloto mientras el cachorro se pasa al asiento de al lado.
Cierra la puerta y en lo que rodea el auto, el perro y yo nos miramos fijamente hasta que Christopher se sube en el asiento del conductor. Me quito la mochila de los hombros y la dejo sobre el piso, permitiéndome recargar mi espalda por completo en el asiento acolchonado, sintiendo una deliciosa sensación de comodidad.
Christopher carga a su perro y lo acomoda sobre su regazo mientras pone el vehículo en marcha. Recargo mi cabeza sobre el vidrio y comienzo a observar cómo vamos dejando atrás el bosque.

—¿Y a donde te diriges? —rompe el silencio mi salvador, mientras me da una mirada fugaz.

—Al refugio de Washington, se supone que mi familia se encuentra ahí. —murmuro con tristeza, sin despegar la vista de los árboles.

SURVIVORS |C.V.| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora