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El inicio del fin

Día 122

Hago una mueca de asco mientras trato de abrir la lata de atún que tengo entre las piernas. Los rayos de sol provocan que mi frente goteé de sudor a la par que la roca donde estoy sentada me quema el trasero. Hace un calor horrible, supongo que son alrededor de las cuatro de la tarde por la intensidad del sol.

Mientras quito la tapa de aluminio, me permito pensar en mi familia por un momento, como todos los días desde que comenzó esto. ¿Ellas estarán bien? ¿Joel estará buscándome? ¿Qué será de mis tíos, primos, abuelos, amigos?

Limpio una lágrima melancólica que escurre por mi mejilla y comienzo a comer el atún con la única cuchara que he tenido durante estos cuatro meses. Nunca me ha gustado el atún, pero ahora mismo es la única comida decente que he podido conseguir. Los supermercados están saqueados, abandonados e infestados de caminantes. Así los he llamado, pues es el nombre que les dieron en The Walking Dead. Y es gracioso y muy perturbador que un programa de televisión se haya vuelto realidad.

Como lentamente, pues si lo hago rápido, me quedaré con hambre. Abro mi mochila y tacho un día más en el calendario desgastado que tomé del ultimo supermercado que visité. Ese día maté por primera vez a un caminante, o no sé si se podría decir que lo maté, porque ellos están muertos. En fin, con todos los nervios del mundo, tuve que acercarme y clavarle un cuchillo en la cabeza. De solo recordarlo, me dan náuseas y escalofríos.

Los arbustos detrás de mí se sacuden, haciendo que me levante como resorte de aquella incomoda roca y me ponga en posición de ataque.
Becky aparece entre los árboles con un par de troncos y me da una sonrisa burlona. La encontré hace un par de semanas en la carretera, es tres años mayor que yo y estuvo en el mismo jardín de infantes que mi hermana. Busca reencontrarse con su tío, pues es la única familia que tiene.

—¡Bu! —bromea. Camina hasta nuestro diminuto campamento y deja caer los troncos.

—Muy graciosa. —le reclamo, con los brazos cruzados por el pecho. —¿Hay de esas cosas cerca? —le pregunto, soltando un largo suspiro.

Becky se sienta sobre la roca donde anteriormente estuve y le da un trago a su botella de agua, mientras niega.

—Había unos pocos, pero los he eliminado. —responde, cuando ha terminado de beber.

Asiento lentamente y me acomodo a su lado para terminar de comer. Ambas nos quedamos en silencio, cada una sumergida en sus pensamientos.

De vez en cuando, si prestas atención, puedes escuchar el canto de los pajarillos o el sonido del río que cruza a unos metros de nuestra posición. Y en momentos como este, te brindan un poco de tranquilidad.

—Debemos descansar—Becky rompe el silencio. —Es necesario que mañana continuemos, llevamos alrededor de tres días en este lugar.

—Estamos cerca de Nashville. —anuncio, con una pequeña sonrisa en el rostro. —Si mis cálculos son correctos, estamos en Jackson, Tennessee y hemos recorrido. —hago una pequeña pausa, mientras coloco nuestro mapa sobre mis piernas y comienzo a hacer algunos cálculos mentales. —700 kilómetros.

—Eso es muchísimo. —Jadea la morena. —Y pensar que me daba pereza ir de mi casa a la panadería de la esquina. —dice, soltando una risita por lo bajo.

—No sé si eso sea mucho, llevamos cuatro meses caminando. —le recuerdo.

Becky se encoje de hombros despreocupada y se levanta para empezar a preparar la fogata. En cualquier momento comenzará a oscurecer y será mejor que tengamos todo listo. Aprovecho para organizar nuestras pertenencias, pues mañana debemos partir muy temprano, en cuanto amanezca.

SURVIVORS |C.V.| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora