Mi mujer
Mis ojos se abren a tope al escucharlo decir aquello. Me alejo de Zabdiel con incomodidad y el me mira con suplica.
—Confía en mí. —me pide, buscando tomar mis manos entre las suyas, que son del doble de tamaño. Niego mientras frunzo el ceño.
¿Cómo me pide que confíe en él? Lo acabo de conocer y además, el fue quien le habló a su cavernícola jefe, causando que nos secuestraran a Erick y a mí.
Erick. Dios... ¿Qué habrá sido de él?
—Me secuestraste, no voy a confiar en ti. —le respondo con dureza, fulminándolo con la mirada.
—Haré todo para ganarme tu confianza, lo prometo.
Día 158 [>>>]
Ya habían pasado varios días, quizás unos cinco o seis. Lo cierto es que Zabdiel tenia razón. Se había ganado mi confianza y hasta puedo decir que mi amistad.
Y aunque seguía encerrada en este insípido sótano, cada que Zabdiel aparecía por aquella puerta ruidosa de la habitación, una sonrisa también se hacia presente en mi rostro.
El teniente De Jesús—como lo llaman todos aquí. — se había convertido de la nada, a mi todo en estos momentos. Además de que ha sido la única persona que se ha sentado a charlar conmigo, hacerme reír, cuidarme y preocuparse de mi salud. La enfermera solo venia una vez al día y procuraba no conversar conmigo sobre cosas que no fueran sobre mi estado de salud.
—Buenos días. —saluda Zabdiel abriendo la puerta, con una sonrisa ladina y con ese uniforme militar que le quedaba muy bien, no podía negarlo.
—Hola. —le devuelvo el saludo, terminando de hacer la cama.
Zabdiel trae consigo mi almuerzo y esta vez, un pequeño florero con una rosa de un rojo intenso. Me acomodo en la cama y el me entrega la bandeja.
—¿Y eso? —le pregunto, señalando la rosa.
Zabdiel me da una pequeña sonrisa y agacha la mirada apenado un momento. Se veía como un niño pequeño ruborizado.
—Antes de venir, me pasé por los jardines y vi esta rosa y... pensé que te gustaría.
—¿Tienen cultivos de rosas? —pregunto impresionada. —Deben de ser muy bonitos.
—Hoy podrás conocerlos, saldrás a tu primer día de trabajo.
—¿Dónde trabajaré? —hago una mueca. —No quiero ponerme en riesgo, ya sabes...
—No te preocupes, estarás en los cultivos. Por cierto, esta vez yo hice el desayuno, anda pruébalo. —Zabdiel me extiende los pancakes y le sonrío.
Le doy un bocado y suelto un leve gemido de satisfacción. Hacia tantísimo tiempo que no tenia la fortuna de probar unos pancakes y justo ahora, me sentía en la gloria.
—Deliciosos, deberías prepararlos más seguido. —Zabdiel asiente con un brillo en los ojos y de repente, retrocede, se aclara la garganta y su semblante se vuelve serio.
—Bien. Cuando termines necesito que me entregues ese collar, se supone que tenia que quitarte las pertenencias desde el día uno y ahora que saldrás, no quiero que alguien o Richard te vean y te hagan algo.
Miro la cadena que descansa en mi cuello y la aprieto entre mis manos. Por supuesto que no le entregaría la placa, era lo único que me quedaba de Christopher.
—Es especial. Prometo esconderla en la habitación pero no puedo dártela. —le digo, mientras sigo desayunando.
—¿Por qué es especial? —pregunta, intrigado. Su mano viaja hasta mi cuello y la saca por mi cabeza para leerla. —Christopher Vélez. —pronuncia su nombre con recelo.

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SURVIVORS |C.V.| TERMINADA
FanficAlexandra Green es una estudiante de veintiún años, con notas medianamente buenas. Lleva una vida normal al lado de su madre y su hermana, tiene un novio y el sueño de ser profesora. Un día, la ciudad donde vive; Bentonville, se ve envuelta en el ca...