Prisioneros
Día 151
Nos hemos quedado unos cuantos días en aquel campamento improvisado en la montaña de Richmond. Cada vez mi cuerpo se sentía más débil y las ganas de comer se me habían esfumado.
El mar de lágrimas que me tenía tumbada sobre las mantas dentro de la casa de acampar se había convertido en dolorosos sollozos. No tengo fuerzas, no tengo ganas de absolutamente nada y lo único que siento son esas enormes ganas de morir que, si al principio ya las tenía, al enterarme de la muerte de Christopher, solo se incrementaron un mil por ciento.
Erick ha estado a mi lado como nunca nadie lo había hecho. El apoyo y el cariño tan incondicional que me demuestra es lo único que me mantiene un poco firme y que me permite no desplomarme. Y eso es algo de lo que estaré agradecida de por vida con él.
Llevamos tres días caminando y por los carteles, se que estamos llegando a Doswell. Mis piernas ya no dan para más y en ocasiones, el hormigueo y el cansancio me hacen tener que tomar descansos, pero Erick ha sido muy comprensivo, pues el también aprovecha para descansar un poco.
Mi cuerpo está descompensado totalmente, me siento enferma, me siento incomoda y a la vez extraña. Estoy segura de que he cogido alguna anemia por el bajo consumo de proteínas, vitaminas y todos esos nutrientes que el cuerpo necesita, porque era cuestión de tiempo para que mi organismo resintiera el estar consumiendo únicamente comidas enlatadas o golosinas para amortiguar el hambre de todos estos meses. Y por consecuencia me siento de la mierda y además, mi periodo se ha retrasado. Y es horrible porque no sé en qué momento mi entre pierna comenzara a sangrar, haciéndome sentir mucho peor de lo que ya me siento.
—¿Alex? ¿Cómo te sientes hoy? —me pregunta Erick, con la mirada llena de preocupación mientras caminamos.
Siento el cuerpo caliente, mi vista está algo borrosa y mis piernas flaquean con cada paso que doy, por lo que temo que en cualquier momento terminaré por caer al piso.
—Estoy...—respondo vagamente, mientras la cabeza me da vueltas. Trato de inhalar oxigeno lo mas que puedo, ya que mi respiración se vuelve torpe, somo si de pronto, el aire no pudiera llegar por completo a mis pulmones. —Chris, ayúdame, Chris. —empiezo a pronunciar cuando siento mi cuerpo como una pluma, empezar a desvanecerse.
—¡Alex! —escucho mi nombre y luego unos brazos sostenerme, para no golpearme en el piso. —Estas ardiendo en fiebre, ¡¿Ahora que hago?! No, no no, Alex no te duermas.
Escucho la voz de Erick como si estuviera muy muy lejos de mi cuando es él quien me sostiene en medio de un bosque. Siento algo en mi cara y aunque no sé con certeza que es, puedo intuir que es Ollie quien está dando unos cuantos lengüetazos en mi mejilla.
—Despierta por favor, si algo te pasa no me lo perdonaré nunca, le prometí a Christopher que te mantendría a salvo. —me dice con dolor, mientras me sostiene el rostro y derrama un par de lágrimas sobre mis mejillas.
—Christopher. —es lo único que pronuncio, mientras siento que cada vez pierdo más el conocimiento.
Erick me recuesta en el piso por completo, se tarda unos pocos minutos y después siento como me coloca encima de alguna manta. Coloca sobre mi frente algún paño humedecido que inmediatamente al hacer contacto con mi piel, un escalofrío me recorre el cuerpo al sentir aquella franela fría.
—Voy a tener que quitarte la blusa, para que se bajé la fiebre. —me informa, con la voz un poco temblorosa, supongo que está nervioso.
No pongo objeción alguna y Erick manipula mi cuerpo, tomándome entre sus brazos mientras malabarea para quitarme la prenda y a la vez sostenerme. Me siento como una muñeca de trapo, sin fuerzas, dejándome llevar.
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SURVIVORS |C.V.| TERMINADA
Fiksi PenggemarAlexandra Green es una estudiante de veintiún años, con notas medianamente buenas. Lleva una vida normal al lado de su madre y su hermana, tiene un novio y el sueño de ser profesora. Un día, la ciudad donde vive; Bentonville, se ve envuelta en el ca...