Colocando un vaso de barro sobre la pequeña mesa de la habitación, finalmente Naruto pudo sentarse. Su torso estaba completamente descubierto, mostrando sus músculos formados por el entrenamiento, las vendas que cruzaban de derecha a izquierda y de izquierda a derecha cubriendo las heridas del último combate ocurrido dos días atrás, poco antes de que tuviera una conversación con el concejal Shimura.
Las palabras del viejo hombre estaban aun en su cabeza. Naruto debía aceptar que realmente Danzō llevaba razón en muchos de sus puntos. El mundo actual, lleno de traiciones y muertes, no era un mundo en el que todos pudieran vivir. Muchos de los genin's terminaban alejados de la carrera shinobi al poco de empezar. Otros eran asesinados en su primera misión exterior, perdiendo sus vidas bajo órdenes absurdas que ponían en peligro tanto a la aldea como a un grupo entero de niños. Ver como los genin eran enviados a misiones donde pondrían en peligro sus vidas, sin una buena formación, no era algo que muchos podían tomar.
Shimura y Ne eran una barrera.
Naruto removió un poco el té con una pequeña ramita, observando con su ojo derecho como el líquido rojizo giraba según el sentido de las agujas del reloj. Su ojo Sharingan, o mejor dicho el de Shisui, volvía a estar tapado con la venda habitual que solía llevar. Era mucho más factible llevar una venda cubriendo una vieja herida que usar el hitai-ate para cubrirlo. Él no era como Kakashi, quien solía usar la banda para cubrir aquel ojo entregado por otro Uchiha.
Ambos fuimos colocados en altos estándares por nuestros compañeros.
Naruto dejó escapar un suspiro. La guerra dentro de la capital finalmente había terminado. La nueva daimyō había tomado el nombre de Gōzoku Matsumoto, nueva señora del País del Fuego. Con la pronta llegada del final de los Exámenes Chūnin dentro de una semana, había sido ordenado como el guardaespaldas de la chica junto a su padre. El resto habían sido replegados de nuevo a Konoha. Mito sería mejor atendida, aunque él había usado bien las habilidad que su madre le enseñó.
El Senju detuvo el movimiento de la ramita. Moviendo la mano, sacó esta y la dejó a un lado del vaso. El olor de aquel té llegó a sus fosas nasales. Arrugó la nariz levemente.
―Manchar tus manos de sangre. Masacrar a toda una familia, un clan. El odio que implementas en las personas no puede removerse―murmuró, hablando completamente solo, tomando el vaso con la mano derecha.
―Fue algo que tuve que hacer. Era Konoha o el clan.
El sonido de la tela moviéndose sonó por la habitación. Un joven pálido apareció en la vista del Senju. Su cabello era negro como la noche, atado en una cola de caballo que caía hasta por debajo de sus hombros. Dos mechones gruesos enmarcaban un rostro picudo, afilado y pálido, con dos marcas de ojeras bajo los ojos que no parecían irse.
―Y Konoha está por encima.
Con un sonido de roce, el rubio movió un segundo vaso y lo dejó frente a aquel hombre joven que no era mucho mayor que él. Solo unos meses. Ambos fueron juntos a la academia y trabajaron en diferentes misiones bajo las órdenes del Sandaime y después bajo la mano del mismo Yondaime para proteger la aldea.
―Hmp.
Dejando escapar un bufido, aquel joven tomó el vaso y lo levantó. Olisqueó ligeramente el líquido rojizo, intentando captar cualquier aroma que le indicara que podría ser envenenado.
―No voy a envenenarte, Itachi.
Divertido, Naruto torció el labio en una sonrisa mientras tomaba un poco del té. Ambos vasos fueron rellenados de la misma tetera. Si Itachi iba a ser envenenado, él también lo sería.
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A.N.B.U: El Último Senju
FanfictionDespués de cinco largos años fuera de su hogar, cumpliendo con su papel como ANBU y aliado en la guerra de Kirigakure no Sato, Naruto vuelve a Konohagakure cuando las puertas de los temidos exámenes chūnin están sobre los genin. Pero su vuelta a su...