El Legado

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Absorta. Asombrada. Namikaze Mito se mantenía alejada del combate, viendo los movimientos de ambos jóvenes, veloces y certeros. Desde su posición a no más de veinte metros, ella era capaz, gracias a su entrenamiento, de ver como el puño de su maestro fue detenido por la mano de su enemigo, generando una onda de viento que desapareció al segundo de aquel contacto entre ambos shinobi.

Decididos, los dos shinobi se habían enfrascado en un combate cuerpo a cuerpo de taijutsu, generando frente a la asombrada y absorta joven, un baile de intercambio de golpes que pocas veces se podría ver en un enfrentamiento shinobi, pues el sigilo y las armas letales solían ser lo más usado seguido del mismo ninjutsu y técnicas de genjutsu para colocar por encima a los ninjas en un enfrentamiento.

El taijutsu por otro lado, quedaba un poco relegado al olvido. Había pocos expertos en esta rama por el mundo y los mismos ninjas de cada aldea no se centraban demasiado en esta rama, manteniéndose en conceptos básicos para explotar otras ramas del área shinobi, como solía ser el ninjutsu. Muchos jóvenes genin habían salido de la academia con altos conceptos ligados a ninjutsu pero se habían mantenido en un rango medio-bajo de conocimientos sobre el taijutsu, teniendo solamente el básico aprendido en la academia y no queriendo aprender un estilo propio, los jóvenes solían dejar esta rama a un lado e ir mejorando el que tenían progresivamente a lo largo de entrenamientos y misiones.

Eso quedaba a un lado en esta pelea.

Mito, quien entrenó con su madre y su padre en taijutsu para ser una jōnin, ahora comprendía que no llegaba totalmente al máximo de lo que un jōnin realmente podía lograr solamente con su cuerpo usándolo como un arma más de los shinobi.

Creyó haber alcanzado un punto bastante alto de aprendizaje sobre taijutsu e, incluso, enfrentó a varios expertos en el área para mejorarse así misma y poder seguir creciendo como una kunoichi de Konoha, queriendo dejar un legado para sus hijos o familia.

Aquello era distinto.

Golpes certeros, con la intención de matar. Veloces, con la intención de superar al enemigo. Duros, con la intención de romper la defensa de su adversario. Tanto Naruto como el Uzumaki de máscara negra, estaban descargando golpes que otros shinobi soñarían con dar. No podía concebir como alguien era capaz de dar tremendos golpes en contra de un ser vivo.

Incluso Gai-sensei...¿será así?

A la mente de Mito, vino la imagen de Maito Gai, el experto maestro de taijutsu de Konoha. El hombre, líder del equipo 9 de Konoha, siempre estaba entrenando, sonriendo y gritando su lema a los cuatro vientos. Se decía que su estilo de pelea, el Gōken, era capaz de partir una roca a la mitad solamente con uno de sus puñetazos más fuertes.

Entonces lo que Naruto y el mercenario hacían, ¿era solamente algo promedio?

Una fuerte onda de viento, cortó los pensamientos de la muchacha, dando pasos hacia atrás cuando vio, con ojos brillando de asombros, como la pierna izquierda del enemigo había intentado golpear en la región carotidea del cuello de Naruto.

Su capitán, usando la mano derecha, había detenido esta patada a la vez que inclinaba su cuerpo un poco a la derecha, intentando con ello evitar el mayor daño posible en la zona del cuello que su adversario intentaba lastimar, si fallaba en detener la pierna del mismo sujeto que lo atacaba.

Ambos se separaron, con Saisho bajando la pierna y Naruto volviendo a una pose más cómoda, con los brazos relajados y mostrando un rostro serio que jamás se contrajo, ni por preocupación ni por ira, como si dentro de él no pasara nada, como si no sintiera nada.

Alejada, Mito era capaz de observar a su mentor y capitán. Podía, discretamente, ver como la ceja derecha de Naruto temblaba levemente, como el brazo izquierdo parecía tembloroso y como un poco de sangre escurría por la comisura de sus labios, indicio de que había sido alcanzado por un golpe enemigo.

A.N.B.U: El Último SenjuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora