Princesa Carmesí

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Detrás de la máscara de pez espada que ocultaba su rostro de los enemigos y compañeros, Namikaze Mito mantenía un semblante completamente horrorizado, observando los cuerpos cercenados de enemigos y aliados por todo el camino hacia el gran palacio dorado del señor feudal a quien se suponía que ellos iban a deponer, dejando siempre tras de sí un enorme reguero de sangre que quedaría en sus consciencias como seres vivos.

Era una kunoichi de Konoha. Se había unido al equipo élite ANBU para poder demostrar a su familia que ella realmente era una ninja con la que se podía contar, que lograría aquello que su madre no había podido lograr al no convertirse en Hokage como había sido su seño. Ella tomaría el deseo de su madre y lo haría realidad, demostrando a su hermano menor que no todos estaban hechos para ser Hokage, que él no estaba hecho para ser un shinobi como realmente era necesario.

Pero no estuvo lista para una batalla como aquella.

Como chūnin, ella había tomado infinidad de misiones que la llevaron a recorrer el continente elemental, enfrentando a diferentes enemigos que la habían intentado asesinar en algún punto de su viaje. Siendo una kunoichi entrenada, ella terminó asesinando a esos enemigos que la intentaron matar, a ella o a sus compañeros. Lo hizo sin tentarse la mano, sin dudar ni por un segundo y teniendo claros sus objetivos así como su clara intención de sobrevivir.

Pero aquello no era como un enfrentamiento en mitad del bosque, un uno contra uno o un enfrentamiento entre pelotones de shinobi. Aquello realmente estaba siendo una batalla campal donde ambos bandos estaban entregando sus vidas por una causa que implicaba el control de un país.

Dependiendo del bando ganador, el país podría ser conducido hacia un mejor camino o hacia su misma destrucción, lo que daría luz verde a los enemigos del País del Fuego para asaltarlo y tomarlo sin más, repartiéndose sus bienes materiales entre los demás para solamente dejar un vasto terreno lleno de cadáveres.

Mito comprendía que aquella misión podía ser incluso más importante que su propia vida. No solo ella o sus compañeros estaban siendo afectados, si no que todo el país podía verse envuelto en una guerra civil si fracasaban aquella noche.

Ahora ella era consciente de lo que un ANBU tenía que hacer, de lo que ella tenía que hacer como kunoichi de Konoha, de lo que alguien como Naruto tenía que soportar siendo poco mayor que ella, habiendo nacido en época de guerra y convirtiéndose en el héroe de una, dejando atrás miles de muertos que no volverían con su familia, que quedarían en el olvido de todos aquellos héroes que habían sobrevivido al conflicto.

Y ahora ella, Namikaze Mito, estaba viviendo un conflicto demasiado importante como para dejarlo a un lado. Un paso en falso y todo se vendría abajo como un castillo de naipes golpeado por el viento furioso de un huracán.

Ella respiró. Tomó una fuerte bocanada de aire mientras su rostro estaba cubierto por una máscara. Apartó unos mechones rojos como la sangre con la mano, viendo con sus ojos el protector que estaba sobre su antebrazo derecho.

Naruto se lo puso.

Mito debía reconocer que Naruto, su maestro dentro de ANBU, era un shinobi realmente competente, tomando la fama de Akame no ANBU de ser un ser sanguinario y cruel que despedazaba a sus enemigos sin miedo, sin temor o duda. Cuando la máscara de lobo cubría el rostro del rubio, su actitud cambiaba completamente. Aquel hombre joven sonriente que Mito conocía, se transformaba completamente en un verdadero lobo salvaje, dispuesto a saltar sobre el cuello de su presa e hincar sus colmillos para degollarlo de un mordisco.

De cierta manera, aquello era hermoso desde un punto morboso y macabro que la dejaba embelesada. Desde que vio como Naruto metía la mano en la boca de un preso y destrozaba su mandíbula inferior, había sentido como sus propios sentimientos estaban cambiando, como su propia mentalidad se transformaba.

A.N.B.U: El Último SenjuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora