4. Equipo 10

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Kunai. Ninjatō. Katana. Shuriken. Tantō. Podría haber usado cualquier arma del repertorio para eliminar a sus enemigos. Era un shinobi. Era un ANBU de Konohagakure no sato. Podía incluso terminar matando solamente con uno de los dedos de su mano derecha, metiendo el apéndice por el ojo de su enemigo y arrancándolo. Sería sencillo. Fácil para él, que había entrenado aprendiendo cada punto del cuerpo humano, las formas sencillas de matar a su objetivo. Era un ANBU y como tal había aprendido los secretos del cuerpo humano, los sitios con los que podría dejar a su enemigo chorreando sangre y car muerto de un modo agonizante. Tenía todo eso a su disposición. Podía usar cualquier método para matar a los ninjas de Otogakure de un modo sencillo y veloz. Si quería, podía hacerlos sufrir como si estuvieran en el mismo infierno hasta que dejaran de llorar y llamar a sus madres.

Demasiado sangriento estando delante de un puñado de personas y una kunoichi recién graduada de Konoha, su aldea natal. Era un ANBU, pero no era una bestia, un perro sarnoso sin correa. Había aprendido durante su entrenamiento como calmar su temperamento, como usar sus habilidades de un modo lo más eficaz posible y sin dejar rastro tras eliminar a su objetivo. Eso último desaparecía cuando se lanzaba a un enfrentamiento directo, como era el caso. Aun así, el sigilo no era todo para él. La guerra lo había fortalecido de un modo que no todos los shinobi podían comprender.

Muertes. Sangre. Olor a podredumbre. Aquellas sensaciones las reconocía solamente con arrugar la nariz, con captar el olor simplemente los recuerdos volvían a su mente, como si aquello solo hubiera pasado hacía unas horas atrás.

Y el olor de la sangre estaba llegando a su nariz. No era la suya. La de un enemigo. Había golpeado con el bastón a aquel tipo directamente en la nariz, destrozándosela con fuerza y velocidad antes de que pudiera siquiera hacer algo. Ese había sido su objetivo, mientras estiraba el bastón y detenía al segundo.

El tercero del cuarteto se había abalanzado sobre él. Como si con un kunai pudiera matarlo. Si un Jinchūriki perfecto no pudo con él, un simple shinobi no podría haber siquiera soñado con poder alcanzarlo. Itachi. Su padre. Su madre. Incluso Minato podrían haber lidiado con él cuando no despertó su línea de sangre.

Crump

Apretó la mano sobre el bastón. Casi lo partía por la fuerza. Sentía los ojos puestos en él, de cada persona en la calle, de la niña kunoichi que estaba observándolo con ojos grandes, asombrados.

Cough

Naruto resopló. Deslizó la mano por el cuello del tercer tipo a la vez que movía su bastón, empujando al segundo y lanzando al tercer shinobi del sonido contra su primer atacante, el de la nariz destrozad. Todo eso solamente le había llevado unos segundos de su vida. Un minuto máximo. Pero no había desperdiciado un minuto. ¿Con aquellos tipos? Diez segundos y estaba sobrado incluso.

Un frío ojo azul se posó sobre el último de los shinobi de Otogakure. Este sintió como el oxígeno le comenzaba a faltar. Empezaba a ahogarse, su cuerpo comenzando a temblar. Lentamente, de entre sus dedos, el kunai cayó al suelo completamente inofensivo.

Instinto asesino. Naruto realmente disfrutaba de usar su instinto asesino para deshacerse de los débiles de mente. Observó al tipo temblar, casi retrocediendo y meandose encima. ¿Eso era un shinobi? Casi deseaba burlarse de aquel hombre. Despreciable. Una basura. ¿La era de los ninjas se había terminado?

Dio un paso hacia adelante.

Zam

Pam

Cough

Conectó su rodilla en el estómago del hombre, haciendo que el shinobi se doblara hacia delante, escupiendo sangre, casi echando su almuerzo por el golpe tan directo a su estómago. Naruto aprovechó el momento para girar el brazo, tomando del cuello al shinobi y girar el mismo, moviendo al hombre para estrellarlo con fuerza contra el suelo en una llave veloz, quedando por encima. La capucha se removió y el cabello opaco del Senju quedó a la vista, junto a su rostro afilado, de un hombre joven, con la venda tapando su ojo izquierdo mientras el derecho era frío como el mismo hielo. No estaba para bromas cuando era Akame no ANBU, el legendario Ōkami de los ANBU de Konoha. Aunque legendario...no, aun no era un legendario realmente.

A.N.B.U: El Último SenjuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora