¡Se acercan las finales!

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Tomando una bocanada de aire, usando su pierna como un empuje, Namikaze Menma se puso nuevamente en pie, mostrando una mirada resolutiva que hizo sonreír a su maestro actual: el Sannin de los Sapos, Jiraiya el Galante, padrino del pre adolescente de cabello dorado y desordenado y padre del anterior maestro del mismo chico, quien había creado las bases para que el hijo menor de los Namikaze-Uzumaki pudiera crecer por un camino propio y sin la sombra de sus padres o hermana, los cuales ya tenían sus propios caminos, generando en la gente que esperaran los mismo del hijo de dos héroes de guerra y hermano de una chica que había superado a sus padres en ciertos aspectos.

Pero Menma no era sus padres, no era su hermana. Naruto lo tomó bajo su tutela durante tres semanas, enseñando al chico el significado de lo que realmente era un shinobi, taladrándolo en su mente para que estuviera preparado para las luchas futuras. Ser un shinobi no era algo sencillo y no podría mantener sus manos limpias de sangre. Si quería ser el Hokage tras su padre, el sudor debía estar siempre exudando de su cuerpo, manchando su ropa y escurriendo por su piel, mezclándose con la sangre de aquellos que intentaran dañar a Konoha.

Y, durante tres semanas, Menma lo había metido en su mente, en su corazón y su alma. Él no se dejaba guiar por la voluntad de fuego, no se dejaba guiar por el sueño de su padrino de crear una paz eterna, sino que se guiaba por su propio camino para ser el próximo Hokage y demostrar a todos aquellos que lo vieran, que no tenía que ser como su familia para poder destacar y marcar algo nuevo dentro del mundo actual.

Limpiando el sudor de su rostro manchado por la tierra, el joven finalmente comenzó a moverse por décima vez en el día. Su ropa, aquel traje naranja, estaba completamente manchado de sangre, de barro y hierba, destrozado y hecho jirones. Nadie podría reconocer aquel traje si lo vieran.

Viendo el movimiento de su ahijado, Jiraiya descruzó los brazos y bloqueó un fuerte golpe de rodilla en su contra solamente con la mano, dando una sonrisa divertida.

Como uno de los tres Sannin y alumno del Sandaime, Jiraiya había pasado por innumerables conflictos y guerras para ver cuando un joven era realmente prometedor. Su hijo también lo fue desde niño, mostrando aquella mente aguda que solo Tobirama había demostrado creando jutsus o usándolas estrategias para ganar batallas. Y Menma realmente tenía una buena mente de batalla, de lucha.

Moviendo el brazo, Jiraiya obligó al chico a bajar la pierna, gesto que lo desestabilizó por unos segundos en los que Menma no supo que hacer. Su pie izquierdo se había movido unos centímetros y no podía encontrar un punto de apoyo para maniobrar.

Captando los problemas del Namikaze, el sabio de los sapos se movió en consecuencia. Desplazándose hacia adelante, evadiendo el fútil movimiento de Menma cuando intentó golpearlo, Jiraiya se coló por debajo del brazo derecho del rubio y movió su propia extremidad apoyando la mano en medio del pecho del joven e hizo la fuerza de empuje justa para estrellar al chico contra el suelo, derribándolo completamente.

Menma pronto sintió el suelo contra su espalda y como el aire escapaba de su boca con un ligero quejido ahogado que no terminó de abandonar su boca, si no que solamente el aire lo hizo.

Cuando se dio cuenta, el chico golpeó el suelo con su puño.

―¡Mierda!

Riendo levemente, Jiraiya palmeó el pecho del rubio y se levantó, permitiendo al retirar su mano que el Namikaze pudiera sentarse en la hierba del claro que usaban como campo de entrenamiento.

―Eso fue bueno allí―el más mayor declaró, tomando su mentó con una sola mano―. Buena fuerza y velocidad, solo te faltó un poco de respuesta cuando te viste desestabilizado cuando bloquee tu rodillazo. Podrías haber girado en el aire y lanzarme un golpe de talón con la pierna contraria, usando ahora la que usaste para lanzarme el rodillazo como apoyo. Lo habría parado, pero oye sería un intento más.

A.N.B.U: El Último SenjuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora