12: beautiful scars

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                                                                     12


Ella siempre había odiado ser como los demás, el sentimiento de pez llevado por la marea la ponía enferma. Por eso siempre iba al revés que el resto del mundo: le quitaba la tapa de los auriculares y luego les daba la vuelta, solo para poner el que era del lado izquierdo en el derecho y viceversa; ella empezaba a estirar siempre con la pierna izquierda en las clases de gimnasia, cuando siempre se empezaba con la otra. También me contó que desde pequeña había tomado el postre antes que la comida, pero lo había dejado de hacer al ver una película en la que la protagonista hacia lo mismo, «si otros peces van a contramarea el especial se pierde entre la multitud» me había dicho, y justamente por eso había ideado otra táctica a la hora de lo comida: comer por partes. Por ejemplo si comía ensalada, primero comía la lechuga, luego la manzana, el queso y por ultimo los espárragos. La gente siempre la miraba mal por comer así, decían que no sabia comer, y puede que al principio yo también lo pensara.

La gente también creía que todo esto lo hacia por atención y en buena parte era cierto, pero ellos no conocían sus motivos. Era fácil decir algo sobre algo sin saber las razones de esto, sobretodo porque eso era lo que contaba. Todo gira en torno a las razones y se suelen olvidar de ellas. Los actos simplemente no existirían sin ellas.

Y por desgracia, ella tenía muchas razones.

Sus padres nunca se preocuparon por ella, nunca le dieron la atención que ella merecía - que era mucha. Me contó como un día hiciera un pastel con el dibujo de su padre hecho con nata encima y se lo llevara a su despacho. Y este lo tiró al suelo sin ni siquiera mirarla, solo atendiendo a sus papeles mientras le gritaba que se fuera a estudiar.

Y era su cumpleaños.

Eso todo me lo contó cuando llegó a mi puerta, llorando. Y en ese momento cruzaron un montón de emociones en mi interior - y no precisamente buenas- pero la que venció a todas fue la necesidad de cuidarla. Así que la llevé a mi habitación al estilo nupcial y la tumbé en mi cama, seguida por mí.

Ella me dijo como unas mil veces que lo sentía, que se agobiara y no que no supo que otra cosa hacer, "quedarte y pedirme ayuda» pensé en ese momento.

Ella se fuera a México -ese fuera el porqué del bigote que dejara, era una pista de su paradero. Y viviera en las calles con unos jóvenes que también estaban de viaje.

"Estuve con uno de ellos," dijo entre lloros mientras me abrazaba fuertemente. "Pero no significó una mierda. Lo prometo Ashton."

No sabía cómo lidiar con eso, pero no quise cortar su explicación. Me quedara inmóvil mientras ella seguía hablando.

"Me sentía muy vacía, y sentía que todo lo que hiciera daría igual, que a nadie le importaba."

"A mí me importaba." Susurré.

"De eso me di cuenta cuando estaba sin ti," gimió antes de seguir. "Tú eres como mi ángel guardián y cuando no estás me pierdo."

Tras unos minutos en silencio, solo abrazados, Ara siguió hablando.

"Mis padres murieron cuando tenía diecisiete años. No me preguntes por qué pero en ese momento perdí al resto de mi familia porque no quisieron mi custodia. Yo era una oveja negra en la familia y por eso lo perdí todo."

Al oír eso, se me erizó el pelo ¿quien podría hacer eso después de una tragedia así? ¿Abandonar a tu propia familia? Ni me lo podía imaginar. La abracé más fuerte, invitándola a seguir.

"Después de eso me busqué la vida por mi cuenta, ya que pedí la independencia temprana. Trabajé a media jornada y horas extras para poder compartir un piso mientras acababa el último año de instituto. No salía de casa, no comía, no dormía, solo estaba ahí pero no era yo. No era ni parecida a la persona que solía ser, y mucho menos a la que quería ser.

«Fui así hasta el segundo año de universidad, ahí fue cuando me perdí. Me quité de la universidad y empecé a meterme en el mundo de las drogas. Me pasaba los días emporrada para no tener que sentir el dolor de estar sola, de ser la rechazada Ara que siempre había sido.

Hasta que llegaron Had y Mel, ellas eran mis mejores amigas desde que tuve uso de razón, y cuando descubrieron que estaba así me sacaron de ese mundo y me ayudaron a recomponerme. No te voy a decir que volví a ser la misma, porque sería mentira; pero creé una persona nueva de los restos que habían quedado de mí. Una muy insegura, muy idiota, muy testaruda, pero una nueva persona. Es lo que soy: lo que queda de Arabella Palmer.»

Hizo una pausa y tras soltar un suspiro, levantó la manga de su jersey, dejándome ver las marcas de antiguos cortes que cubrían su brazo.

"Lo empecé a hacer con trece años. Empeoró a los diecisiete. Ahora llevo dos años limpia."

Empecé a llorar mientras acariciaba las viejas cicatrices ¿Como mierda no me había dado cuenta? ¿Como no pude darme cuenta de que todos esos pequeños detalles en los que Ara me dejaba entrever un pasado obscuro?

Me sequé las lagrimas en mi camiseta y luego la levanté más allá de los codos. Y entonces lo vio.

No eran cortes no, eran puntos a penas visibles, pero que provenían de una historia que si era visible y muy dolorosa.

"Mi hermano nos abandonó a mi y a su familia hace unos años. Sin explicaciones. Él era como un héroe para mí y... No pude soportarlo.

«el año pasado mi entrenador casi me echa un día que le llegué al entreno drogado - solo se diera cuenta él, pero me prometió que si no paraba me echaría del equipo y lo haría público por lo que nunca más podría jugar. Y no podía dejar que pasara porque el hockey era mi vida en ese entonces, así que con la ayuda de mi familia lo conseguí dejar.

No fue fácil, sobretodo los primeros días en abstinencia pero lo conseguí y eso es lo que cuenta. Ahora puedo salir de casa sin preocuparme en caerme hacia los lados, o de tener que robar a mi propia madre para pagar mis deudas.

Se lo devolví todo, obviamente. Y lo mejor de todo es que me perdonaron ella y mi padre, y yo no sé si me perdonaría. De hecho, yo aun no me he perdonado.»

"No fue tu culpa." Me contestó ella mientras pasaba su dedo por las cicatrices, tal como yo había hecho en su brazo. "El dolor te sobrepasó." Sabía de lo que hablaba.

"Pero no debió hacerlo. Fui débil."

"Bueno, somos humanos. Los humanos somos débiles."

Empecé a llorar fuertemente, sin poder evitarlo. Hacía tanto tiempo que necesitaba soltar eso, sentirme comprendido por alguien, que no te juzgaran. Y Ara era la mejor para todo eso, porque ella necesitaba lo mismo.

"Ashton," me llamó tiempo después mientras yo permanecía con la cabeza en el hueco de su cuello. "Sé que soy un alma perdida que sólo crea problemas. No sé a dónde iré o si alguna vez conseguiré arreglarme, pero me gustaría que tú estuvieras ahí para verlo."

Sonreí desde su cuello, apartándome para mirarla pero ella miraba hacia abajo, sus ojos completamente rojos y me la imaginé perdida, drogada hasta el punto de no recordar nada y rodeada de gente, pero sintiéndose sola. "Yo tampoco sé a dónde iré o si me arreglaré, pero vayas dónde vayas ¿hay sitio para otra alma pedida?"

Ella levantó la vista hasta mis ojos rápidamente y después empezó a llorar muy fuertemente, más de lo que había llorado hasta ahora.

Pero la diferencia era que esta vez era de felicidad, de alivio.

"Sé que quizás te suene exagerado, pero eres la persona que siempre soñé que vendría a salvarme."

"Es gracioso, porque tú eres la mía, amor."

chaising butterfliesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora