10
Querido diario:
Mi vida ha sido muy monótona últimamente: me levantaba únicamente para ir a los entrenamientos de hockey que se me hacían eternos y los cuales cada día los disfrutaba menos. Luego, al llegar a casa, me tumbaba en cama escuchando música o, de vez en cuando, leyendo. El jodido Bukowski. Ese señor era la puta clave.
Nunca me había interesado la lectura y mucho menos la lírica, pero tras leer una obra de este poeta (recomendada por ella) no pude parar de seguir leyendo más y más de estas. Pero no conseguía durar mucho tiempo quieto; mi mente me torturaba cada vez que me relajaba, lista para hacerme enloquecer una y otra vez.
Así que me iba a correr, al gimnasio e incluso cogía un autobús hasta un acantilado que estaba a una hora de mi casa, el llamado Acantilado de las Siete Sirenas; porque, según se dice en la zona, el único superviviente de un nauragio había dicho que justo antes del accidente, él y sus compañeros habían visto siete sirenas, que según él, eran terroríficas. Todas menos una: la que le salvó. Obviamente nadie le creyó pero ¿había alguien allí para corroborar que era mentira? ¿Cómo llegó a la orilla entonces? ¿Un milagro? ¿Un delfín? Todas las teorías parecían tan o más absurdas que las del hombre.
El caso era que me gustaba ir allí, ponerme al borde de las piedras, sintiendo las olas rompiendo metros más abajo de mí y solo mirando al frente, imaginando que algún día por allí aparecerá una barquita con Arabella en ella, volviendo de dondequiera que esté porque no podía vivir sin mí.
O, simplemente, otro día, tirarme al mar y formar parte de las olas: golpear las piedras para luego ser tragado por un montón de agua.
Un día viendo Mentes Crimínales oí una de esas tantas citas que sueltan los personajes de algún escritor, y estuve totalmente de acuerdo: es más fácil crear niños fuertes que arreglar hombres rotos. Y supongo que al haber tenido la suerte de haber sido arreglado una vez no es posible que haya una segunda.
De vez en cuando me venía la idea de volver a eso, a mi destrucción, hacer una llamada y listo, estaría acabado pero con menos sentido del dolor que padezco.
Y cada vez que ese pensamiento me venía a la noche, como un demonio a por su presa, me levantaba y me daba una ducha de agua fría. Por lo menos, por mi familia, no debía hacerlo.
Pero mierda ¿qué me estaba pasado?
Dejé de escribir y me levanté del sofá, desordenando mi pelo con frustración. Recordando.
"¿Alguna vez has sentido como si tu pasado... No te dejara seguir adelante?" Pregunté, mientras deslizaba mis dedos por la curva de su cintura, dando pequeños masajes circulares.
Ella giró su cabeza para mirarme, apartando la mirada del cielo azul encima de nosotros. "¿Por qué?"
"No sé, solo... ¿Nunca lo pensaste?"
Ella hizo una pausa antes de hablar, "¿Sabes qué pienso?" Dijo entonces, volviéndose a girar y dejando caer completamente su peso contra el césped del parque. "Pues que para las personas, los recuerdos son el combustible que les permite continuar viviendo. Por mucho daño que le hagan estos."
No contesté, eso había contestado a mi primera pregunta: sí se había sentido así, como si el pasado fuera un ancla que no te dejara avanzar y te mantuviera en una constante tormenta. No hacia falta que lo dijera: ella había sufrido tanto como yo, ella había pasado tanta mierda como, aunque no supiera que mierda había sido la suya.
Y creo que sentir que no era el único que se sentía de esta manera, hizo que me enamorara de ella un poco más. Como dos almas perdidas en la tormenta, que se encuentran para salvarse, incluso cuando siguen en la tormenta.
Ese mismo día había ido a tatuarme el dibujo que ella había dibujado en mi espalda (el cual tenía capturado en una foto en mi teléfono) para que permaneciera conmigo toda la vida. Este era una mandala que formaba una flor rodeada de hojas con espinas, pero lo que me encantaba era que una mariposa estaba apoyada en una de esas hojas.
Una mariposa como Arabella, una hoja con espinas como yo.
Y es que lo veía muy poético, una metáfora de como ella podía salvarme solo con su presencia en mi roto corazón, pero ella no lo había querido hacer. Había volado.
Ya lo había dicho el Charles Bukowski: encuentra lo que amas y deja que te mate. Deja que consuma de ti tu todo. Deja que se adhiera a tu espalda y te agobie hasta la eventual nada. Deja que te mate y deja que devore tus restos. Porque de todas las cosas que te mataran, lenta o rápidamente, es mucho mejor ser asesinado por un amante.
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chaising butterflies
Romance«No pienses que estoy huyendo de mis sentimientos o mi futuro. O incluso de ti. Yo solo estoy persiguiendo mariposas.» portada perfecta hecha por daniela, @beoncheshire