-Estúpida mocosa. Si algo te llega a pasar ¿a quién crees que van a culpar, ah? -masculló Billy Hargrove con rabia, y se dispuso a caminar por la espeluznante carretera ensombrecida por los altos robles y fresnos que la rodeaban.
Hacía unos minutos había despertado en el suelo de la casa de Byers. Se había puesto de pie con mucho esfuerzo y se había sujetado al muro con una mano, resistiendo la oleada de náusea que lo obligó a doblarse por la mitad.
Confundido y mareado, había mirado a su alrededor. Maxine no estaba. Los nerds no estaban. Harrington tampoco. Estaba completamente solo.
Y las paredes y el suelo, lo notó en ese momento, estaban cubiertas con dibujos sin sentido, dignos de un paciente psiquiátrico.
Balanceándose y esquivando los restos de la pelea y el fluido asqueroso que goteaba del refrigerador, se había dirigido hasta el teléfono para llamar a emergencias, pero el aparato no funcionaba correctamente. Había una interferencia extraña que le dio la impresión de ser lamentos desde el infierno.
Salió de la casa zigzagueando a causa del persistente mareo. Maldijo en voz alta cuando no encontró su Camaro.
Maldita Mayfield y maldito Harrington y maldito Sinclair y malditos como-sea-que-se-llamaran. Habían echado a perder su noche y su plan de respaldo también. Cuando llegó a casa de Byers, ya se había resignado a perder su cita con aquella animadora zorra; pero, luego de que llevara a Max a casa, aún podía salir e intentar acostarse con la novia de alguien o buscar una pelea con el novio de alguien, dos cosas que siempre lo animaban. Pero, no. Harrington había tenido que ponerse en medio de él y su hermana. Además había osado a mentirle en la cara. Su único consuelo había sido que había tenido la oportunidad de descargar su furia sobre el Rey en desgracia, ya que no podía hacerlo sobre el verdadero causante de su mal humor. El maldito Neil Hargrove. Sacudió su cabeza para no tener que pensar en su padre y como reaccionaría cuando lo viera llegar a casa apaleado, sin Max y sin auto. Necesitaba un cigarrillo urgentemente. Pero, encima de todo, había perdido su chaqueta y su cajetilla con ella...
Maldito Hawkins, con sus malditos niños y sus malditas conspiraciones y secretos.
Había recorrido al menos la mitad del camino, cuando escuchó un motor familiar acercándose por su espalda. Su Camaro se detuvo a su lado y Max lo miró con desdén desde el asiento del copiloto.
Hargrove se metió en el auto y se acomodó en el asiento trasero, junto a una mochila de la que sobresalía un bat de béisbol con clavos incrustados. Miró ese objeto con resentimiento, considerando arrojarlo por la ventanilla.
-¿Cómo te sientes, guapo? -saludó Harrington, sonriéndole desde el espejo retrovisor, con su bonita cara amoratada, decorada por los puños de Billy y banditas con arcoíris, estrellitas y demás motivos infantiles.
-Púdrete -le gruñó Hargrove, con voz pastosa-. ¿Dónde demonios estaban? -preguntó mientras Harrington reía despacio y pisaba el acelerador- ¿Y de que mierda se supone que están disfrazados?
Max y Harrington cruzaron miradas por un instante.
-No es asunto tuyo -le gruñó la niña, cruzando los brazos.
-¡¿Que no es asunto mío?! -estalló Billy, echando el cuerpo hacía adelante como si fuera a colarse entre los asientos del frente-. ¡Me drogaste, mocosa psicópata! ¡Pudiste matarme! ¡Me amenazaste con esa cosa! ¡Robaron mi auto, a mi bebé...!
-¡Tú empezaste, imbécil! -replicó Max en el mismo tono furibundo-. ¡Ni que fueras una puta víctima aquí! ¡Ibas a lastimar a Lucas! ¡Casi matas a Steve...!
-¡No defiendas a este...! -gritó manoteando hacia Harrington e hizo una corta pausa como buscando una palabra-. ¡... jodido pederasta!
-¡Basta! ¡Los dos, dejen de pelear! -les gritó Harrington, tan enérgicamente que los hermanastros se quedaron callados-. Olviden lo que pasó esta noche ¿okay? Ya todo está bien. Se acabó. Mañana todo va a ser normal otra vez -murmuró con una sonrisa insegura.
Los hermanastros refunfuñaron entre dientes, cruzaron los brazos y desviaron la mirada, pero, eventualmente guardaron silencio. Poco después, Harrington estacionó frente al garaje de los Hargrove-Mayfield.
-Gracias... -le dijo Max a Harrington, sonriendo, y a Hargrove le pareció que no sólo se refería al viaje a casa.
-Y gracias a ti, niña random -dijo Harrington, devolviéndole la sonrisa.
Max bajó del auto en seguida y corrió a la casa. Harrington giró para alcanzar su mochila en el asiento de atrás y su mirada se encontró con los ojos de Hargrove, que desbordaban un odio fulminante.
-Que duermas bien -dijo el chico, sonriendo, y le entregó la llave del Camaro. Luego, bajó del auto, se echó la mochila al hombro y comenzó a andar hacia la calle. Pero Hargrove lo alcanzó y lo agarró con fuerza de la muñeca, reteniéndolo.
-Tienes que decirme, Harrington -le ordenó entre dientes, con un tono intimidante.
Harrington lo miró directamente a los ojos, sin rastro alguno de miedo en la mirada. Incluso, se atrevió a dedicarle una sonrisa de inmensa condescendencia.
En definitiva, ésa no era la actitud que esperaba Hargrove. Harrington debería estar asustado de él, de que volviera a golpearlo.
Estaba tan desconcertado, que lo soltó, dio un paso atrás y trastabilló, y si Harrington no hubiera reaccionado para agarrarlo del brazo, hubiera caído al suelo. Hargrove se sacudió del agarre de Harrington con brusquedad y retrocedió.
-No puedo decírtelo -murmuró Harrington-. Y si pudiera, no me creerías -dijo sonriendo y pasando los dedos por su pelo nerviosamente-. Pero, puedo prometerte que nunca va a volver a pasar nada como lo de hoy ¿okay? Lo prometo.
-Voy a ir a la policía -siseó Hargrove.
Harrington no se alarmó lo más mínimo al escucharlo. De hecho, la esquina de su boca se elevó en una sonrisa por un segundo.
-Hazlo, si te hace sentir mejor... -dijo tranquilamente y dio media vuelta para irse-. Saluda a Hopper de mi parte.
Hargrove se quedó en medio del camino con los ojos fijos en la espalda de Harrington con un gesto de ira, hasta que el chico desapareció al doblar una esquina.
Entonces, giró para encaminarse a su casa y vio que su padre lo observaba desde el umbral de la puerta desde hace quién sabe cuanto tiempo.
Se quedó paralizado de miedo comprendiendo cómo se habría visto ese tenso intercambio entre él y Harrington bajó la oscuridad de la noche y la paranoica mirada de su padre.
-¿No piensas venir, marica? -lo llamó Neil desde el umbral, y Hargrove dio un respingo y, aunque lo que más quería en ese momento era dar media vuelta y correr hacia cualquier parte sin detenerse, se apresuró a la casa.
***
¿Qué onda, gente?
Éste es mi segundo fic de esta ship. Es que le lo amo mucho T_T
No es precuela ni secuela, así que no importa si no leyeron el otro; pero igual lxs invito a leerlo si quieren :D
Siento la responsabilidad de decirles que para mis estándares, este fue un capítulo largo. Mi promedio es como de seiscientas palabras por capítulo... Así que no se acostumbren jajajj
Recuerden dejar sus estrellitas y comentarios para hacerme saber qué tanto les gusta la historia, o si algo no les gusta, o si ven algún error, ortográfico, incoherencia, etc.
Por cierto, hice un fanart de este ship. A ver que opinan https://www.instagram.com/p/CUvzMiLLJuS/
Weno. Nos leemos luego :)))
ESTÁS LEYENDO
M*erdas normales (Steve x Billy - Harringrove)
FanfictionDespués de haber sido drogado por su psicópata hermanastra, Hargrove despierta en la casa de Byers, solo, confundido, apaleado y sin auto... La vida de Billy Hargrove en Hawkins, un pueblucho embrujado, entre noviembre de 1984 y julio de 1985, pero...