XV

2.4K 317 8
                                    

Desde el fin de semana de la fiesta de Perkins, y aunado al estrés de los exámenes finales, Hargrove vivió una de las etapas más agobiantes de su vida. Era un manojo de nervios paranoico, asustado e irritable. 

En la escuela, se atemorizaba cada vez que encontraba la mirada de un compañero, o cuando escuchaba a alguno murmurar a sus espaldas. Creía escuchar su nombre, acompañado de la palabra marica.

En su casa, cada vez que su padre le hablaba, se aterrorizaba, esperando que le espetara que había escuchado que había estado besándose con un chico... Pero eso no pasó. Los regaños y palizas de esos días, no se debieron a eso, sino porque el estrés de ser descubierto había puesto a Hargrove al límite, al grado que no se medía al retar a Neil.

Un día, al salir de clases, y después de hacerlo aguardar frente a la secundaría por veinte minutos, Max subió al Camaro con un mal humor palpable.

—Te he dicho que no me gusta esperar, mocosa.

—Vete al diablo, idiota.

—¿Cómo mierda me llamaste?

—Ya vámonos a casa.

—¿Có-mo me lla-mas-te? —repitió Hargrove, poniendo énfasis en cada sílaba. 

—I-di-o-ta —repitió Max, imitando su tono. Billy giró hacía ella apretando los puños—. ¿Me vas a pegar, estúpido? Si me tocas, Neil te va a hacer mierda ¿entiendes?

—Si ese puto nerd te hizo enojar no tienes que desquitarte conmigo. Si yo te advertí que no tenía sentido que andaras con ese jodido...

Al parecer, Hargrove dio en el clavo, porque al escuchar a su hermanastro decir aquello, Max rompió en sollozos furiosos, proyectó a su cara el puñetazo más fuerte del que fue capaz, y luego, bajó del auto y se echó a correr.

Goteando sangre por la nariz, Billy salió del Camaro para seguirla, gritando furiosamente que regresara, pero, Max había subido a su tabla y pronto estuvo fuera de su alcance.

Hargrove volvió al Camaro y arrancó; pero ya la había perdido. Estuvo dando vueltas por el pueblo, buscando en los lugares donde se reunía con los nerds, pero Max no estaba en ninguna parte.

Regresó a casa por la noche, predispuesto a enfrentarse a la ira de su padre, pero, no estuvo tan mal, porque Max había llegado antes que él, y a pesar de todo, lo había cubierto.

—Jodiste mi camisa favorita, perra —le reclamó Billy, arrojando la prenda manchada de sangre al cesto de ropa sucia.

—Y a mí qué, perra —replicó la niña, mostrándole el dedo medio.

Billy resopló por la nariz y torció el gesto.

—¿Quieres que le dé una paliza?

—Puedo hacerlo yo misma, muchas gracias.

Y eso fue todo lo que hablaron del tema.

Pocos días después, Max y Lucas ya se habían reconciliado.

Y lo peor fue que toda la angustia y mal humor que atravesó Hargrove fue en vano, porque las semanas se sucedieron con normalidad y nadie lo señaló. Hagan no le había contado a nadie.

***





M*erdas normales (Steve x Billy - Harringrove)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora