VI

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Perkins se había aficionado a burlarse de Hargrove cuando estaba a solas con él y lo atrapaba mirando a Harrington a la distancia o cuando se refería a él y a cuanto lo detestaba. Ella no le creía. Decía estar segura de que lo que sentía, no era odio por Harrington, sino rechazo por la atracción que sentía por él.

Además, aseguraba que Hargrove sentía una inmensa desolación porque el niño bonito jamás lo perdonaría. Decía que Steve tenía un gran corazón que podría perdonar muchas cosas. Cómo había perdonado a Jonathan Byers por romperle la cara. O a Nancy Wheeler por romperle el corazón. Y, a ella y a Tommy, también los perdonaría muy pronto. Pero, Hargrove... Su caso era diferente. Él se había metido con sus niños. Había cruzado la línea y Harrington jamás se lo perdonaría.

Hargrove jamás admitiría que Perkins tenía razón, por lo que replicaba que ella sólo hablaba estupideces y la mandaba a meterse sus palabras por donde le cupieran. Le decía que él era el ofendido. Harrington era el que tenía que disculparse, por haber secuestrado a su hermanita y demás.

Pero, ella no le creía y seguía riéndose de él, con una mezcla de crueldad y compasión tan típica de ella.

Hargrove no entendía como es que Perkins hablaba con tanta naturalidad de toda esa mierda que le avergonzaba tanto y que cuando era pequeño le había costado tantas palizas de sus padres y compañeros de escuela. Aunque estaba desconcertado, y no entendía porque seguía siendo su amiga, a pesar de saber eso sobre él; estaba agradecido de tener a alguien así, incluso si a veces la odiaba un poco, y todo el tiempo lo sacaba de sus casillas y lo hacía refunfuñar irritado.

*

Una tarde, Hargrove conducía por Hawkins cuando vio a un chico cojeando por la acera. Cuando se redujo la distancia entre ellos, se dio cuenta de que se trataba de Lucas Sinclair. Intentó ignorar al niño, pero las tonterías de Perkins resonaron en su mente.

—¿Por qué tenías que meter tus retorcidas ideas en mi cabeza, maldita...?

Si el chico lo hubiera visto seguro habría tomado otro camino, pero iba tan alterado que cuando notó al Camaro estacionarse, ya era tarde para desviarse. Hargrove bajó del auto y lo rodeó para interceptar a Sinclair, que intentó dar media vuelta y regresar por donde había llegado, pero Hargrove lo sujetó con firmeza del brazo.

—¿Qué mierda te pasó? —le preguntó mirándolo de arriba abajo, examinando su ojo amoratado y notando su espinilla ensangrentada.

—¿Qué te importa? —le espetó Sinclair, furioso.

—Por lo menos le diste pelea —dijo Billy, examinando sus nudillos lastimados. Sinclair sacudió su muñeca hasta que Hargrove lo soltó y comenzó a alejarse—. ¡Oye, no me dejes hablando solo, idiota! ¡Oye...! ¿Te llevo...? —Sinclair no se detuvo ni dio el menor indicio de haberlo escuchado. Hargrove resopló de frustración y volvió a su auto, refunfuñando entre dientes.

Siguió su camino hasta el almacén del centro, donde realizó unas compras. Antes de cobrarle el importe, la dependienta había observado su identificación con sospecha.

Hargrove había intentado encantarla con su sonrisa más seductora. La mujer le había sonreído con condescendencia y le había dicho con dulzura que fuera moderado, y entonces, le había cobrado su cerveza.

Salió del almacén con sus compras y notó a un par de mocosos montados en bicicleta admirando a su bebé. Iba a pasarlos de largo, pero la bici de uno de ellos llamó su atención. Después de darle una segunda mirada, se dio cuenta de que era la BMX de Lucas Sinclair.Dejó caer sus compras, agarró al mocoso por la ropa, sacándolo de la bici y empujándolo contra el muro del almacén.

—¿De dónde sacaste esa bicicleta, imbécil? —le gritó, mientras el mocoso chillaba por ayuda—. Se la quitaste a Sinclair, ¿verdad? —le gruñó, sacudiéndolo, y el mocoso se puso a gritar y pedir perdón con desesperación—. Si vuelves a meterte con él, te juro que te voy a hacer pedazos ¿entendiste? —le gritó a la cara, y de pronto lo agarraron por los hombros, apartándolo del mocoso.

—¡Carajo, Hargrove! —le gritó Harrington, furiosamente—. ¿Qué clase de puto psicópata eres? —le chilló sujetándolo por la camiseta, mientras los mocosos salían huyendo, dejando la bicicleta de Sinclair atrás.

—Quítame las jodidas manos de encima, Harrington —ordenó Hargrove, entre dientes, manteniendo los puños cerrados a los costados—. Tú no puedes conmigo. Ya lo comprobaste.

—Sabes bien que ésa no fue una pelea justa...

Hargrove dejó escapar una risa ronca.

—Si tú lo dices, Princesa...

—Yo estaba peleando sólo con los puños desnudos...

—También yo.

Ahora fue Harrington quien se rio. Apartó una de las manos que sujetaba a Hargrove y se la pasó por el cabello para apartar el mechón que le caía en la frente.

—Esto no lo hiciste con tu puño, Hargrove.

—Mierda —masculló Hargrove, mirando la cicatriz en la frente de Harrington. Revivió por un momento lo que había pasado. Volvió a sentir en sus manos el peso de la vajilla de Byers. Lo había olvidado. Había sido tan bajo, que lo había bloqueado de su mente.

—¿Qué? —preguntó Harrington con sorna—. ¿No lo recordabas?

Hargrove apartó a Harrington de un empujón y comenzó a andar a su carro.

—Llévatela —le dijo haciendo un gesto a la bicicleta.

Hargrove ignoró los balbuceos confundidos de Harrington, recogió sus compras del suelo y se alejó de ahí haciendo rechinar los neumáticos del Camaro. Su ceño no se relajó en todo el trayecto. Iba demasiado abrumado por una mezcla de vergüenza, tristeza y arrepentimiento.

***




Qué onda, gente :D

Como habrán notado, está historia sólo va a tener el pov de Billy. ¿Qué opinan de ese tipo de historias? ¿Les gusta? ¿Les gusta más cuando pueden conocer más perspectivas?

Es un poco difícil. A veces quiero poner lo que piensa, por ejemplo, Steve, pero me acuerdo que eso no lo puede saber Billy y por lo tanto no lo puedo escribir, y pues lo tengo que cambiar... Es un reto interesante jejje


Weno. Espero que esto les esté gustando. 

Nos vemos otro día :)

M*erdas normales (Steve x Billy - Harringrove)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora