Un te quiero de sus dulces labios. (continuación)

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 Katherine estaba un poco aturdida con aquellas palabras, si bien no eran una declaración de amor, eran palabras muy tiernas y la hacían sentir importante para Candy. Sin embargo, Candy no pudo darse cuenta de lo muy conmovida que se sentía Katherine, ya que la pelinegra permaneció callada con una sonrisa extraña. Los nervios no la dejaban hablar. Se sintió muy tonta y culpable, quería hablar, quería decirle que también la quería muchísimo, quería decirle que pensaba que ella era la persona más encantadora del mundo. Sin embargo no dijo nada. Solo sonrió como una tonta.

Finalmente llego Alan el mesero con la pizza, la cual olía y se veía en extremo deliciosa, puso los refrescos en la mesa, y justo antes de retirarse Katherine le habló.

-Alán, ¿es que acaso ya no saludas? -Pregunto con una sonrisa de supuesta indignación.

-Señorita Katherine, sabe que soy muy tímido. Empiezo a creer que confunde mi timidez con arrogancia. -Y al decir esto, agachaba la cabeza de forma sumisa. 

Alan era el hijo menor de Agostini, un muchacho de veintiún años recién cumplidos, cabello negro ligeramente ondulado, piel blanca y ojos color miel. Katherine sabía que era un muchacho muy tímido, sin embargo no llegaba a comprender muy bien porque. Era muy apuesto y admirado entre las jóvenes de la ciudad, sin embargo Alan no solía hablar con ninguna, estudiaba en una universidad muy prestigiosa durante las noches y trabajaba durante el día en la pizzería con su padre. Era un muchacho demasiado reservado, asi que ni Katherine ni nadie más le habían conocido alguna novia a Alan. Algunas personas decían que posiblemente Alan probablamente esperaba casarse con alguna joven italiana y asi no romper aquella familia donde todos eran nacidos en Italia. 

Katherine soltó una risilla y poniendole una mano en el hombre exclamó:

-¡Vaya! Eran ciertas mis sospechas. -Y al decir esto Alan se puso colorado- ¡Cada día hablas menos! ¡Entre más años cumples, más pareces un niñito! 

-Le ruego que no me lo eché en cara señorita Katherine, papá y mamá me lo dicen todos los días. No entienden como es posible que trabajando en una pizzería donde nos suele visitar la misma gente, nunca hable con nadie. Todos piensan que soy un tonto antisocial.

-Es aquí donde te equivocas, mi querido Alan. Nadie piensa que sea tonto. Todos saben que eres brillante, pero en lo de antisocial, temo que debo darte toda la razón. Pero míralo por el lado bueno, justo ahora, estas hablando. 

Alan solo sonrió con la verguenza evidente que siempre derrochaba su cara y Katherine echandole una mirada a Candy, pensó que debía presentarla, aunque presentarsela a un muchacho tan apuesto como Alán no le llamaba mucho la antención, sabía que no suponía ningun riesgo, ya que como se ha mencionado, el pobre era demasiado tímido como para coquetearle a una chica, y mucho menos a una tan guapa como lo era Candy.

-Alan, ella es mi amiga Candy. Es nueva en la ciudad y en mi secundaria.

Candy le dirigió una amplia sonrisa, y exclamó:

-¡Hola, Alan! Es un gusto conocerte.

Alan tambien le sonrió.

-Mucho gusto señorita Candy.

Sin decir nada más, hizo una ligera inclinación a ambas y se fue.

Las chicas comenzaron a comer. Katherine exclamó muy ansiosa por saber:

-Y bien, ¿que te parece la pizza?

Candy pegandole un mordisco a la pizza y jalandola con su brazo tratando de separar el queso, se apresuró en tragar para decir:

-Tenías razón Katherine, esto es un manjar. ¡Jamás he probado una mejor pizza que está!

-¡Lo sabía! A todos les encanta, si me decías que no te gustaba, me hubiera llevado una gran decepción.

-Bueno, ya puedes sentirte orgullosa de tu elección, ¡de hoy en adelante declaró que adoro esta pizza!

-Bueno Candy, era de suponerse. Pero cuentame más de ti, realmente no sé mucho de tí, hablemos, aunque sea una conversación simple. 

-¡Hablemos, lo quiero más que nada, sea simple o complejo! 

Una vez más, el corazón de Katherine se aceleraba.

-¿Cual es tu color favorito? ¿Te gusta leer? ¿Te gustaría viajar? Dime cinco cosas que te gusten.

-Bueno, mi color favorito es...oh, en realidad no tengo uno, me cuesta mucho decidirme, ¡los colores son tan hermosos! ¿No lo crees asi, Katherine? Te diré, solía creer que mi color favorito era el rosa. Luego me fastidie con el y dije que era el azul. Sin embargo, a veces veo algo color rosa y pienso que es demasiado hermoso. Antes decía que no me gustaba el verde, pero eso es una tontería. Porque algunos tonos verdes son preciosos. En fin, ¿crees que hablo demasiado? Ya pararé, me encantan todos los colores, pienso que contribuyen mucho con nuestra alegría.

Katherine amaba escuchar a Candy. Era una chica demasiado alegre y expresiva, escucharla era un gusto.

-Me encanta conversar Candy, asi que no temas, no me cansaré, es un gusto hablar con alguien que sea tan expresiva. Odio las conversaciones frías donde no se dice mucho. A mi también me gustan mucho todos los colores, sin los colores el mundo sería un lugar muy triste. 

-¡Lo sé! Y por cierto, sí, me gusta muchísimo leer, sin embargo he dejado un poco el hábito, ya que en mi anterior colegio las personas siempre me agarraban mis libros o me preguntaban burlonamente ''¿que estas leyendo?'' Y yo al principió les respondía amablemente, pero termine por enojarme mucho, leer era como un chiste para ellos. Así que ahora prefiero leer en soledad.

-Oh, que personas tan imbéciles, ¿quien podría querer molestarte a ti? ¿Alguna vez te han dicho que eres adorable? -Una vez más, la pelinegra soltaba cosas sin pensarlas muchos, frases que podían hacer sospechar a Candy, ¡pero era tan inocente!

La rubia soltó una risilla y negó con la cabeza. 

-Bueno, sigamos con la pregunta, ¿te gustaría viajar?

-Oh, ¡es uno de mis más grandes sueños! Me encantaría hacerlo, tengo grandes deseos de conocer el mundo, hay muchas cosas hermosas por descubrir.

Katherine pensó ''¿Cosas hermosas? Oh, yo he conocido una hace poco'' Y clavaba su mirada en Candy. Finalmente exclamó con los ojos brillosos:

-Candy, eres encantadora. Hace un rato me dijiste que fue una bendición conocerme, sin embargo debes saber que la bendición ha sido que yo te conozca a ti. Hace muchísimo tiempo no me sentía tan feliz en compañia de alguien, y quiero que sepas que yo también te quiero mucho, muchísimo.

Candy sonrió dulcemente, y tomó la mano de Katherine, estrechandola mientras sonreía. 

Estuvieron hablando sin parar durante todo el rato, descubriendo la gran química que surgía entre las dos a cada momento. Fue un rato maravilloso. 

Soñaba contigo antes de conocerte. (Amor entre chicas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora