Quiero que me quieras. Solo a mi.

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Segundo día de clases.

Eran aproximadamente las 4:30 pm, las horribles y despreciables clases de matemáticas al fin habían terminado, Katherine y Candy estaban juntas en esta clase, como en la mayoría, tan solo en Historia y en Literatura no estaban juntas, las chicas estaban cansadas, especialmente Candy, quien decía sentirse muy débil y un poco mareada, no estaba acostumbrada a un horario tan pesado, en su antigua secundaria salía a las 2:30 todos los días. Katherine y la rubia guardaban sus libros y cuadernos en los casilleros, hablaban sobre cosas tontas que habían sucedido durante el día, en eso uno de los muchachos del equipo de fútbol americano iba corriendo porque iba tarde para su práctica, no se fijó en que ahí estaban las dos chicas, y sin querer al pasar por donde Candy, la golpeo y esta se desplomo, cayó directamente al suelo.

El muchacho la miró asustado y después vio a Katherine con un rostro de furia.

-¡ERES UN IMBÉCIL KEVIN, SALVAJE! FIJATE POR DONDE VAS, ¡ANIMAL! -Dijo Katherine mientras se ponía de cunclillas y colocaba una mano debajo del rostro de la rubia y otra detrás de su espalda.

El tipo siguió corriendo y dijo estúpidamente con una voz torpe: ¡Lo-lo siento, v-voy tarde!

Katherine miró a Candy y esta lucia totalmente pálida. El corazón de la pelinegra comenzó a latir rápidamente, tenía mucho miedo. En eso apareció Sebastian.

-¡¿QUE HA SUCEDIDO?!

-Ahora no importa, ¡ayúdame, debemos llevarla a la enfermería!

Entre los dos la llevaron y la pusieron en la camilla según les pidió la enfermera.

-Yo me encargare de esto, por favor, salgan chicos, todo estará bien, los desmayos suelen durar un par de minutos, relájense, no debe ser nada serio.

La enfermera le quitó los zapatos a Candy para favorecer el flujo de la sangre, y retiró la almohada por aquello de que obstruyera su respiración, se quedó sentada a su lado, esperando a que Candy despertara y recuperara el conocimiento. La rubia no tardó en hacerlo, Candy, abrió sus ojos ligeramente, vio a la enfermera frente a ella, ésta le sonrió y comenzó a hablarle.

-Hola cariño, ¿cuál es tu nombre?- Preguntó simpáticamente la enfermera.

-Candy...¿dónde está Katherine?

-Tranquila dulzura, ya vendrá, dime, ¿Que sucedió antes de que te desmayarás, tuviste algún síntoma?

-Pues...si, me sentía muy débil, pero pensé que era por el cansancio, y también me sentía mareada, pero pensé que era por ver tantos números y formulas incompresibles en la pizarra.

La enfermera se echó una risilla.

-Esos suelen ser síntomas previos comunes antes de un desmayo, ¿has dormido y comido bien?

-No muy bien...ayer cuando llegué a casa, mis primas estaban ahí, nos quedamos despiertas toda la madrugada, nos dormimos a las 4:00 am, así que solo dormí hora y media. El día ha sido demasiado cansado, y no desayune ni almorcé.

-Ya veo. ¿Porque no desayunaste ni almorzaste cariño?

-Es que...hoy en la mañana comenzaba con Literatura, y soy nueva y no conozco a nadie, cuando sonó la campana para el desayuno, no encontré a Katherine ni a Sebastian, los estuve buscando pero me perdí. Después Katherine me encontró y el resto de las clases si las tenemos juntas, lo que pasa es que para el almuerzo me di cuenta que dejé mi dinero en casa, ella ofreció pagarme el almuerzo pero me dio vergüenza, así que le dije que no se preocupara, que realmente no tenía hambre y que podía dejarlo para más tarde, cuando llegara a casa.

-Ya veo, debes haberte desmayado a causa de tu agotamiento más el hecho de no haber comido.

Al cabo de unos 20 minutos, Katherine y Sebastian aparecieron en la enfermería por Candy esta se encontraba sentada en un silla mientras hablaba con la enfermera, al entrar los dos amigos, lució una sonrisa y exclamó alegremente;

-¡Katherine, Sebastian!

La pelinegra camino directamente hacia ella y la abrazo, seguidamente le dijo:

-Me...nos preocupamos mucho por ti, que alivio que no haya sido nada serio, ¡ese estúpido de Kevin! ¿Te sientes bien ahora?

-No fue culpa del chico, Katherine, simplemente la casualidad lo hizo parecer así, en realidad me desmaye por no haber comido y dormido bien.

-Oh, Candy, te dije que yo podía pagar tu almuerzo, es mi culpa por no haberte insistido.

-¡Por supuesto que no es tu culpa Katherine! -dijo dulcemente- ya estoy muy bien, ¡la enfermera me ha dado un plato con frutas y un delicioso batido de fresas que me ha encantado!

En eso Sebastian se acercó a Candy y beso su mejilla, seguidamente exclamó:

-No había tenido el placer de saludarte este día, y apenas te vi, estabas en el suelo desmayada ¡buen susto me he llevado! Afortunadamente ya estás bien ahora, nadie pensaría que has sufrido una desventura el día de hoy, estas radiante.

Candy se sonrojo ligeramente y sonrió junto con un brillo gentil en sus ojos.

-Gracias Sebastian, eres encantador.

-Intento serlo, más nunca llegaré a serlo más que tú.

Katherine escuchaba esto y comenzó a sentirse muy molesta.

-¡Basta de galantería, Sebastian! ya no sigas con tanta palabrería. -Interrumpió Katherine con mucha seriedad en su rostro y una mirada que demostraba celos.

Sebastian comenzó a reírse y exclamó:

-¡Basta, basta! -Dijo aún entre risas. -¡No te robaré a tu amiga!

Sebastian no se extrañó de aquella escena, en ningún momento interpreto mal los celos, creía que eran celos de esos que a veces ocurren cuando se roban tu atención y quedas aislado de la escena. Pero no eran esos celos. Katherine quería que Candy la quisiera solo a ella, a nadie más, ¿pero de qué forma quería que la quisiera? ¿Cómo amiga? empezó a confundirse.

-No siento celos, tranquilo. -Contestó a Sebastian mientras miraba a Candy y le sonrió fríamente. Como sea, llévala a su casa, yo iré a mi práctica de porrismo.

Abrazó y besó a Sebastian, y a Candy le hizo un gesto de despedida con la mano. Candy un poco confusa se lo devolvió con una sonrisa inocente.

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Soñaba contigo antes de conocerte. (Amor entre chicas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora