Capitulo 76: Joining The Dots

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James Potter - Archivos del Ministerio - Sótano del Ministro de Magia.

James leyó un documento tras otro, llevaba ya diez días en ello. Hacía ocho días que había dejado de ir a su casa, y en su lugar pasaba cada momento rebuscando entre el montón de pergaminos. Normalmente se necesitaba un permiso para entrar en los archivos, pero como él era un auror, no lo necesitaba. Sin embargo, tenía que firmar y hacerles saber que estaba allí. Parpadeando sin brillo, frotándose los ojos con cansancio, estaba agotado de forma incomprensible. Se cambió las gafas y parpadeó un par de veces antes de volver al trabajo. Ni siquiera ayudaba tener las fechas que necesitaba, el sanador había dicho diez décadas, pero seguía sin ayudar. Estaba buscando esa ley de Merlín para entenderla completamente.

Cuanto más antiguos eran los documentos, más difícil le resultaba leerlos, palabras no comunes hoy en día le resultaban extremadamente difíciles de entender. Tampoco eran sólo una o dos, sino masas de palabras desconocidas para él. Había contemplado la posibilidad de acudir a Albus y pedirle ayuda. No lo hizo. Albus tenía demasiado trabajo, entre la Orden, el Wizengamot, Hogwarts y, por supuesto, enseñar a su hijo todo lo necesario para sobrevivir a la guerra. No se preocupó por Nick, ya que Sirius estaba con él, Sirius sabía que no debía dejar a Dumbledore a solas con su hijo. No lo permitiría, no quería que su hijo se viera sometido a una tensión adicional.

-¡Dios mío!- murmuró James gimiendo de exasperación mientras hojeaba otro trozo de pergamino extremadamente viejo. Ahora quería recuperar las palabras de antaño. Las palabras estaban escritas en latín, frotándose la frente gruñó -¿Cuánto tiempo más iba a tener que hacer esto? Respirando profundamente, se calmó. Le habían enseñado latín desde pequeño; era algo vital para los niños de sangre pura. El mundo mágico giraba en torno al latín, así que tenía sentido. Se le apretó el corazón al recordar que todo el mundo se enteraba de que su hijo no había recibido clases con su hermano. Había descuidado a Harry, y se sentía tan avergonzado de sí mismo y de sus acciones pasadas. Deseaba tanto que Harry los perdonara, para que pudieran ser padre e hijo como siempre debieron ser. Sabía que no se lo merecía, pero a pesar de todo estaba muy orgulloso de Harry, que tenía una determinación tan tenaz, especialmente para un Ravenclaw. Al igual que Roxy, que por fin salía de su caparazón y demostraba ser una gatita infernal. Estaba tan sumido en sus pensamientos que ni siquiera oyó que se abría la puerta de la sala de archivos.

-Toma-, dijo Sirius, entregándole una bandeja con comida. -¿Me vas a decir alguna vez qué es lo que buscas?-.

Golpeado por el hecho de no poder encontrarlo él mismo, finalmente se lo reveló todo a Sirius. -Información sobre la ley de Merlín, Lily la padece-.

-¿Por qué demonios no me lo has dicho?- explotó Sirius exasperado. Él sabía dónde estaba, lo había encontrado hace años, cuando Harry tenía catorce años. James lo mencionó de pasada, que Severus lo había amenazado y podía hacer que lo arrestaran. Sirius se había preocupado lo suficiente como para buscar en los registros, todo esto fue antes de averiguar el resto de la información. Que James había descuidado a su hijo, le había negado la educación. Él mismo no era mejor, y no había pretendido serlo. Sólo se había esforzado por compensar a su ahijado, y se llevaban mejor. No tan bien como él esperaba, pero había acudido a él en busca de consejo. Precisamente a él para pedirle consejo, y sabía que las cosas iban por buen camino. Sólo tenía que acostumbrarse al hecho de que Harry siempre prefería a los demás antes que a sí mismo.

-Odias la investigación-, señaló James distraídamente, mientras engullía el sándwich y luego engullía el zumo. Su estómago se asentó y dejó de refunfuñar. No se había dado cuenta de lo hambriento que había estado, cogiendo la manzana le hincó el diente.

-Sí, lo sé-, coincidió Sirius, -sé dónde está, y te has equivocado de habitación. La ley de Merlín está en el archivo más antiguo que tenemos, al lado, y nadie puede tocarla, está encerrada en una caja irrompible. Ni siquiera se puede hacer levitar, se le han hecho todos los hechizos imaginables, incluidos los encantos a prueba de agua y de fuego, si hubiera sido cualquier otra persona que no fuera Merlín, habría estado en esta sala. Sin embargo, como lo era, había sido protegido, Merlín era el mago más venerado del mundo mágico, incluso la gente del extranjero lo conocía y lo adoraba también-.

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