INVISIBLE

Capítulo 84: Potions and Wills

Habían pasado cuatro días desde que Sirius y Remus habían ido a Gringotts y Harry y Severus habían limpiado el Horrocrux del cáliz de Helga Hufflepuff. El final de la guerra se acercaba, Harry podía sentirlo en sus huesos, y estaba aterrorizado. Nunca se había imaginado a sí mismo como un héroe, y nunca quiso serlo. Por eso se había empeñado en que nadie se enterara de que había sido él quien había sobrevivido a la maldición asesina aquella noche. Nunca quiso ser como Nick, su propio hermano lo había dejado morir a manos de magos malvados. Apenas unos segundos después de haber salvado el cuello de ambos al bajarlos. Nick era un cobarde, y Harry nunca había sido así, demonios, podría haber bajado él solo y haber corrido, dejarlo allí, pero no lo había hecho. Puede que no sea un héroe pero no era un cobarde.

Harry entró en su dormitorio, el que había estado sin usar desde que había empezado a salir con Severus propiamente, y durmiendo en su cama, su cama ahora suponía. Cerrando la puerta tras de sí, se dirigió a su escritorio, y tomó asiento mientras sacaba una hoja de pergamino. Levantando la tapa de una caja de madera, sacó un tintero negro y una pluma mientras la abría distraídamente. Los documentos oficiales siempre debían hacerse con una escritura negra y clara. Esto era exactamente lo que estaba haciendo, escribir el documento más oficial que escribiría en su vida.

Última voluntad y testamento de 
Harry J. Peverell.

Yo, Harry J. Peverell, de Prince Manor, Inglaterra, sano de cuerpo y mente, declaro que ésta es mi última voluntad y testamento.

Harry lo miró fijamente, inseguro, no sabía si lo estaba haciendo bien, pero había buscado un ejemplo pero no había podido encontrarlo. El hecho de escribirlo hizo que sus pensamientos y sentimientos se acentuaran, tenía diecisiete años, no quería morir, pero si lo hacía no quería que todo volviera a los Potter si le pasaba algo. Haría que todo lo que había hecho fuera inútil; había duplicado con creces sus ingresos, no sólo con pociones sino con inversiones en varias empresas muggles. Incluso había conseguido un gran porcentaje en la empresa Sortilegios Weasley que había ayudado a fundar, y últimamente, había ayudado a Gary a abrir una tienda en Hogsmeade, donde fabricaría y vendería varitas. Todavía no estaba seguro de lo bien que le iría la inversión, ya que acababa de abrir literalmente.

No, la fortuna que acumulara iría a parar a las personas que amaba, y rezaba a Merlín para que sobrevivieran. Se sacrificaría en un segundo para asegurarlo, pero la vida no funcionaba así. Tendría que esperar que alguien allá arriba lo escuchara, y los protegiera si él no era capaz. Era la única razón por la que estaba contemplando ir allí, poniéndose en peligro para acabar con esta maldita guerra antes de perder a alguien. Especialmente con Fleur y Gary habiéndose mudado aquí también.

Entrego mis propiedades y la totalidad de mis bóvedas, a menos que se indique lo contrario, a mi socio, Severus T. Snape, incluyendo específicamente mis diarios de investigación. Si él no logra sobrevivir, entonces se lo cedo todo a Eileen Prince-Snape.

Cerrando los ojos, se detuvo para no aplastar la pluma y salpicar todo el documento; realmente no quería empezar todo de nuevo. Respirando temblorosamente, no quería ni pensar en que Sev no sobreviviera, no podría vivir si le pasaba algo. La gente podría pensar que estaba siendo demasiado dramático, pero la verdad era que sin Sev no habría tenido una vida; se habría refugiado en el mundo muggle, habría asistido a la escuela y nunca habría alcanzado sus sueños. Esos habían sido sus planes durante mucho tiempo, conseguir suficiente dinero y vivir en el mundo muggle lejos de su supuesta familia. Había sido tan tonto, en realidad, como para pensar que sería capaz de comprar una propiedad a los trece años. Sacudiendo sus pensamientos, tenía que terminar y enviar esto, asegurarse de que fuera legal para que su patrimonio no terminara en manos de James y Lily.