Capítulo 92: Father helps

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-Necesito saber la ubicación de los Gira Tiempo- murmuró Harry, mirando a James con ojos muy suplicantes, no sentía su odio normal hacia James o el disgusto de volver aquí, simplemente estaba demasiado consumido por su búsqueda para traer a Sev de vuelta que no podía reunir ninguna otra emoción negativa o de otro tipo. -Por favor, nunca te he pedido nada desde que tenía once años... por favor-, suplicó Harry cuando James seguía mirándolo atónito.

James lo recordaba bien, Harry le había pedido una maldita lechuza y él había sido demasiado jodidamente inmaduro y emocionado por jugar al Quidditch de todas las cosas y se lo había negado. Siempre había estado preocupado por Nick, conociendo la profecía había querido que tuviera una infancia el mayor tiempo posible. No habían sabido cuánto tiempo pasaría antes de que Voldemort volviera a encontrar su camino en sus vidas y destruyera la paz. Supuso que fue cuando empezó, ignorando a Harry, no era excusa se odiaba a sí mismo por ello, pero no había absolutamente nada que pudiera hacer... bueno tal vez no nada, si lo hacía su hijo podría perdonarlo por las atrocidades que había cometido. ¿Se atrevía a decirlo? No sólo perdería su trabajo sino que podría terminar en Azkaban, Nick y Roxy lo necesitaban... pero Harry también. Tragó grueso, sintiéndose entre rocas y lugares duros.

-Harry no puedes cambiar el pasado...va en contra de la ley...ódiame ahora pero algún día lo entenderás, no voy a dejar que arruines tu vida- dijo James, tenía que ser fuerte, no podía dejar que Harry se hiciera arrestar. Aunque solo lo condenarían por un mes si es que lo condenaban, la responsabilidad disminuida por haber perdido a Severus lo alejaría de Azkaban si lo intentaba. Harry tenía un carácter tan decidido, que si quería esto seguiría intentándolo. Tenía que convencerlo de que no lo hiciera, si es que era posible, Harry no lo escucharía pero tal vez sí a Sirius o a Eileen.

-Debería haber sabido que no me ayudarías-, le dijo Harry con amargura, -nunca lo has hecho y nunca lo harás, y te odio-, su tono se llenó de amargura y asco.

Esas palabras atravesaron a James justo en el corazón, y lo peor era que sabía que Harry hablaba en serio. Sin embargo, Nick sólo estaba molesto y enfadado cuando usó esas palabras. Harry presumiblemente se movió para irse, y James sabía que si se iba nunca habría una oportunidad de reconciliación; ¿podría vivir con eso para mantener a su hijo a salvo? ¿O era demasiado débil?.

-Espera... ¿por qué ahora?- preguntó James, ¿qué había descubierto que no supiera hace días? Era la primera vez que podía pensar con coherencia? No tenía mucho sentido pero no tenía nada más que seguir.

-¿Qué importa?- susurró Harry agotado, todavía de espaldas.

-¿Por qué quieres hacer esto, Harry? Estás infringiendo la ley. La ley que juré defender y asegurarme de que se cumpliera cuando me convertí en auror. Eres joven, eres inteligente, sé que has perdido a alguien, pero también lo han hecho muchas otras personas y no van a intentar cambiar las cosas. Intentarlo solo hace que todo sea peor, siempre se vuelve contra ti-, argumentó James.

-¡NADA PUEDE SER PEOR!- siseó Harry con rabia, enfrentándose a James con el rostro furioso. ¡Esto era una tortura en su máxima expresión! Hubiera preferido estar de vuelta en la Mansión Malfoy y soportar lo que ellos hacían que estar aquí y rogarle al hombre que se suponía que era su padre. Que arriesgara su vida, que lo arriesgara todo para asegurarse de que Sev no muriera.

-Puede mejorar-, dijo James desesperado por ayudarle pero reacio a romper la ley que había ayudado a mantener durante diecinueve años.

-No, no lo hará-, afirmó Harry, hizo una pausa antes de añadir. -Estoy embarazado-.

-Harry los magos no se quedan embarazados-, ¿acaso su hijo deliraba? Si lo era realmente necesitaba llevarlo a San Mungo y que lo viera un terapeuta, obviamente la muerte de Severus Snape le había fracturado la mente y necesitaba ayuda para recoger los pedazos. Había oído hablar de animales que creían estar embarazados, pero no de personas, no de hombres. ¿Por qué nadie se había dado cuenta de lo afectado que estaba Harry por esto? -Ya lo sabes-, añadió coactivamente, con sus ojos marrones llenos de preocupación.

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