Capítulo 21

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Agotada.

Julie.

Me empujó hacia abajo hasta que estuve de rodillas. Su siniestra sonrisa me decía que disfrutaba verme sin aliento. Intenté levantarme un poco cuando me advirtió.

—Te reto a que te levantes —me quedé de rodillas—. Abre esta dulce boca tuya —dijo sacando su cinturón—. Quiero ver cómo se siente esta boca en mi polla...

***

Sentí su cálido aliento en mi cuello. No podía dormir en sus brazos, ni con su sabor en mi boca y mi cuerpo dolorido. Me estremecí pensando en las cosas que me había hecho. Y, con él diciéndome lo decepcionado que estaba de mí... me pregunté si escuché alguna vez a un hombre que quisiera que su mujer tuviera experiencia.

Sabía que él tenía derecho sobre mi cuerpo, pero ¿no era yo... su responsabilidad también? Ni siquiera podía dormir cuando él estaba a mi lado, solo podía pensar en cómo iba a vivir toda mi vida con él. Cerré los ojos por enésima vez para verle solo sonriendo sobre mí, gritando sobre o mi, o masturbándose dentro de mí. Ni una sola vez me sentí amada o segura en sus manos. Cada vez que me toca, se me eriza la piel y pasar horas mientras él duerme plácidamente sobre mí, era una tortura que sabía que iba a vivir durante años.

Pero entonces recordé que en cualquier momento él quería dejarme. Y, eso me hizo sentir aún más insegura de la vida que estaba viviendo ahora.

Cuando terminé de prepararlo estaba deseando retirarme a la cama. Pero no me atreví a mostrárselo. No estaba preparada para ninguna burla por su parte. Peter ya estaba aquí y le esperaba en el salón de esta amplia suite. Esta vez no me inmuté cuando vino a besar la comisura de mi boca.

—¿Peter? —Matteo señaló a Peter y me sorprendí cuando Peter se dirigió a mí.

—Señora Lucca —el hombre tenía la cabeza baja.

—¿Qué? —Pregunté y Matteo que estaba saliendo casualmente de la suite se detuvo para decir.

—Te irás con él. ¿Recuerdas que ibas de compras? Debes dejar el hotel.

—No... yo—

—¿Has dicho que no? —Me cortó y me quedé mirando sin comprender.

—No quiero que me mandes... a comprar nada.

Estoy cansada... agotada. Solo podía decir esto en mi mente.

—¡Ya quisieras! —Me cortó y di unos pasos en dirección a Matteo, pero se fue.

Me sentía muy cansada cuando escuché la voz de Peter.

—Sra. Lucca, puede prepararse para que podamos... salir.

Volví a mi habitación y me puse un vestido antes de hacerme un moño. Me pregunto cómo es que no tenía dinero para las compras, pero luego al pensar que me está enviando con Peter traté de no tener nada en mi mente ahora.

Salí y me pregunté si este tipo Peter siempre fue así de tieso, o, hoy es una excepción. Llevaba las gafas de sol puestas porque lo último que querría es que alguien me mirara a los ojos. La recepcionista me pasó una sonrisa y yo también le devolví el favor. Estaba muy cansada y triste. Me subí al coche y estuve mirando las vías laterales sin ningún interés.

Después de casi diez minutos nos metimos en la zona menos concurrida y pronto la carretera dejó de tener nada alrededor. Parecía que estábamos llegando a las alturas y entonces... en la nada el coche se detuvo.

—¿Peter? —Susurré y recibiendo la señal me contestó:

—Se supone que debes estar en este coche hasta que su trabajo no termine.

Un Rostro CruelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora