Capítulo 22

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Mala adicción

Julie.

Habían pasado tres días desde que volvimos de ese viaje. Intentaba dormir lo que me faltaba o me aseguraba de tomar una taza de café antes de que él llegara. Sólo tenía cinco vestidos que había colocado en una esquina con mis zapatos debajo, y algunas joyas en el espejo del tocador. Todavía no había visto todo el lugar y ni siquiera tenía ganas. Me apeteció salir al césped a pasear por aire fresco, porque ahora mismo estaba serena, pero por la hora en la que me levanté solo me daba a penas una hora de tranquilidad antes de su llegada. Y, los fines de semana... no quería ni pensar en los fines de semana.

El Sr. Lucca me llamó dos veces. Primero, para preguntarme por mi estado y segundo para decirme que estaba decepcionado por haber dejado mi coche en algún lugar donde los problemas llegaran fáciles. Más tarde, él fue informado por alguien, que yo no había conducido hasta ese lugar desierto, que no había sido mi error, y llamó de vuelta para decir que no supo esto antes. Me pregunto por qué estaba recibiendo sus llamadas todavía.

Me levanté y terminé de bañarme. Había llamado para que trajeran mi desayuno antes de meterme a la ducha y sabía que no demorarían nada para que estuviesen aquí. Pero en lugar de eso, escuché el teléfono fijo. Salí de la habitación de Matteo para pasar el pequeño espacio que hay entre su habitación y el estudio, y me dirigí a su mesa para recibir la llamada.

—Hola...

—Hola, cariño, hoy voy a cenar fuera. Quiero que me acompañes. Entonces, ¿estás lista a las siete en punto? Pero... no quiero que mires mi comida. Así que asegúrate de comer bien antes de salir —Por supuesto, él me lo había dicho muchas veces, no ve a las mujeres como yo que atrapan a los hombres por el estatus, comiendo a su lado. Según él, yo jugaba sucio. Y, dijo todo esto sin que yo le diera ninguna razón o estímulo.

Él solo sabe gritar o quejarse.

—Lo haré —susurré y me pregunté si lo había hecho todo para vengarse de mí por haber recibido el dinero. Porque aunque este fuera el caso, ya estaba harta de sus berrinches.

Terminando con mi comida fui a arreglarme. Elegí ponerme un vestido blanco y lo combiné con mis colgantes de plata. El mismo que llevé en mi boda. Mantuve mi maquillaje ligero y acomodé mi cabello rizado y rebelde en sus formas naturales con un poco de gel y me negué a alisarlo. Estaba cansada de alisarlo todos los días y sabía que también me quedaban bien.

Todavía quedaba una hora y media cuando sentí que llamaban a mi puerta. Al abrir la puerta, me encontré con una mujer con un vestido muy exquisito. Y, supe que mi cara decía "¿qué demonios?"

—Sra. Lucca —La mujer comenzó con una voz muy suave y falsa. Recordé que era la misma mujer que encontré en este lugar en mi primer día detrás de un bar.

—¿Sí? —pregunté y, me dije a mi misma el por qué vagaban por la casa con esos vestidos tan cortos. ¿No podían seguir al resto del personal y seguir el uniforme? Quiero decir que sería mucho mejor.

—Los invitados del Sr. Lucca están aquí... ¿puede decir quién debe ir para servirlos?

—¿Qué? —No pude entender lo que me pedía.

—Sasha solía decir quiénes irían... pero en su ausencia, creo que deberías hacerlo tú.

—Yo... no conozco a ningún personal de aquí en persona... ¿quién crees que debería? —Pregunté saliendo para llegar a los invitados.

—Puedo ir yo y mi amigo...

—¿A cuántas personas quieres atender solamente? ¿No sería suficiente? — Pregunté

Un Rostro CruelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora