Capítulo 41

4.5K 222 6
                                    


Julie.

—Yo... —Traté de decir, pero él se apresuró en interrumpirme.

—El gimnasio... Está justo al lado de mi estudio en el ala sur. Nadie quiere un saco de patatas. ¿Me entiendes?

Su voz al final se hizo más fuerte haciéndome mirarlo boquiabierta.

—¿Qué? Has engordado mucho. No quiero que la gente diga una mierda sobre eso —Esto me hizo recordar lo que realmente le gustaba de mí, y eso, era mi cuerpo. Me pregunté cómo reaccionaría cuando me encontrara cambiada.

Mateo se fue poco después, mientras yo caminaba hacia el gimnasio que de hecho tenía una variedad de equipos. Mi atención se centró en mi reflejo en el espejo. Yo había empezado a mostrar una imagen diferente.

Había una pequeña nevera que tenía diferentes bebidas energéticas. Sacando una botella de agua, me pregunté por mis hermanas. No tenía ningún medio para aprender sobre el bienestar de ellas, a excepción del Sr. Lucca.

Salí del gimnasio para caminar a mi habitación y solo encontré al Sr. Lucca sentado en la sala de estar. Y, aunque quería pasarlo y llegar a mi habitación, mis pies se detuvieron en el momento en que me miró.

—¿Le dijiste sobre tu embarazo? ¿Cómo reaccionó? —Preguntó haciéndome mirar a mi alrededor. Y, gracias a Dios, no había nadie.

—¿Qué? ¿Qué estás haciendo? ¡Por favor!, manténgase alejado de nuestros asuntos. Se lo diré cuándo será el momento —Dije y pronto encontré a Colombo entrando al lugar.

—Señora Lucca, su vestido ha llegado. ¿Puedo llevar esto a su habitación?

—Sí, por favor. Ve —Dije y estaba a punto de alejarme, pero miré hacia atrás y escuché:

—¿Hay alguna ocasión especial que esperas? —Preguntó el Sr. Lucca haciéndome mirarlo.

—Hay una gran gala benéfica... —Y, antes de que pudiera terminar mi frase, me dijo:

—Sí... ya sé sobre el hecho... aquí, toma... llama a Carlos desde mi celular —Caminé hacia él y tomé su teléfono para darme cuenta de que había estado llamando al número de Matteo.

Yo marqué para alguien llamado "Carlos" y le pasé el teléfono.

—Estoy aquí en Italia. Me gustaría confirmar si vendrás a nuestra gala —Se detuvo para escuchar lo que ese hombre tenía que decir y luego respondió—: Por supuesto, dímelo...

Encontré a Colombo entrando con otras cuatro personas que tenían cosas en sus manos y estaba a punto de caminar hacia el hombre cuando escuché al Señor Lucca decir:

—¿Qué? ¿Por qué viene ella? —pero luego me di cuenta de que estaba escuchando su charla y puse mis ojos fijos en el vestido. Era largo y no tenía un corte tan modesto en la parte delantera.

Mostré a la gente mi habitación, y luego vinieron dos mujeres para hacer espacio para estos vestidos. Y, en el momento en que terminamos, vi a Colombo entrar de nuevo.

—¿Qué ocurre? —pregunté.

—El señor Lucca ha preguntado por usted —pero cuando levanté las cejas, agregó—. El mayor...

Bajé y lo encontré en el mismo lugar donde lo dejé.

—Me llamaste.

—Sí. Me preguntaba si asistir a la gala es una buena decisión para ti. Estás embarazada. Estoy seguro de que deberías quedarte en casa en lugar de asistir a fiestas tan extravagantes.

Un Rostro CruelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora